El 20 de diciembre se conmemora el Día Mundial del Escepticismo en honor al destacado investigador Carl Sagan, quien desempeñó un papel crucial en la divulgación del escepticismo filosófico, una doctrina que continúa siendo relevante hasta hoy.
El escepticismo, como corriente filosófica, se caracteriza por expresar una clara duda acerca de la existencia de una realidad objetiva. Esta perspectiva se relaciona estrechamente con la visión agnóstica y también con el nihilismo.
Cuando describimos a una persona como escéptica, nos referimos a la postura que adopta en relación con las creencias que otros sostienen como verdades absolutas.
El escepticismo tuvo su auge en la antigua Grecia, siendo el filósofo Pirrón su principal representante alrededor del año 360 a.C. Su enfoque hacia el mundo era, en cierto sentido, indiferente y expresaba un grado de insatisfacción ante la existencia de todo lo que lo rodeaba, abriendo espacio para la duda y la incertidumbre.
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La postura escéptica, contraria al pensamiento más dogmático de filósofos como Aristóteles y Platón, se caracteriza por: el principio fundamental de dudar de cualquier afirmación respecto a hechos o sucesos que no se puedan comprobar.
Su origen en la Grecia antigua, donde los seguidores de esta filosofía eran tildados de «desbaratadores», adquiriendo así una mala reputación. Su apogeo durante el Renacimiento europeo, sirviendo como una herramienta valiosa en contra del pensamiento dogmático del cristianismo medieval, y sentando las bases del pensamiento científico moderno que conocemos hoy en día.
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