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¡Qué dolor en Boyacá!
Este lunes 4 de agosto de 2025, en una vereda rural de Chita, Boyacá, la rutina vigilante de la Primera Brigada del Ejército Nacional se tornó tragedia. Un ataque sorpresivo ha dejado tres soldados muertos y tres heridos, un nuevo capítulo en la persistente violencia que aún cala en varias regiones del país.
Cerca de las 11:10 de la noche, uniformados que patrullaban la zona fueron emboscados por presuntos miembros del frente Adonay del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Según los reportes oficiales, los agresores usaron artefactos explosivos y ráfagas de fusil para ejecutar este ataque mortal. Las víctimas, tres jóvenes soldados entre 21 y 24 años, pagaron con su vida mientras cumplían con su deber; otros tres compañeros resultaron heridos y fueron trasladados con urgencia a centros médicos locales para atender sus heridas.
Este acto violento remite a la persistente sombra que el ELN sigue proyectando sobre la seguridad regional. El Gobierno nacional, a través del Ministerio de Defensa, no se ha limitado a la condena: ha ofrecido una recompensa de hasta 200 millones de pesos a quien suministre información que conduzca a la captura de los culpables. Pedro Arnulfo Sánchez, ministro de Defensa, manifestó en su cuenta oficial: “Ni en Boyacá ni en Colombia hay espacio para los criminales. Hasta 200 millones de pesos por los asesinos del ELN que atacaron a nuestros soldados”.
El Estado despliega así una doble estrategia: busca fortalecer la presencia y vigilancia en la zona mientras convoca a la ciudadanía a romper el silencio que, muchas veces, protege la violencia. Se han habilitado líneas telefónicas confidenciales (314 358 7212, 107, 157 y GAULA: 147 – 165) para recibir denuncias que puedan esclarecer los hechos y conducir a la justicia.
Mientras tanto, el Ejército Nacional, en coordinación con el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de Soacha, avanza en las pesquisas que puedan poner fin a la impunidad de este ataque. Sin embargo, la incertidumbre persiste: ¿cómo seguir enfrentando un conflicto que, generación tras generación, devuelve dolor a territorios que anhelan paz? ¿Podrá la justicia desentrañar estas redes de violencia que aún dividen al país? La ciudadanía espera respuestas sobre el camino hacia la seguridad, pero el vacío que deja la muerte de estos soldados jóvenes permanece, como la noche que los sorprendió.