📸 Imagen cortesía: D.R.A.
¿Filipinas tembló en la oscuridad?
La noche del martes 30 de septiembre de 2025, un temblor inesperado alteró la calma en la región central de Filipinas.
Un sismo de magnitud 6,9 estremeció la costa de la provincia de Cebú, con epicentro cerca de la ciudad de Bogo. Fue en ese preciso lugar donde la naturaleza dejó su huella más dolorosa: al menos 69 personas perdieron la vida, mientras más de un millón de familias enfrentan las secuelas de la tragedia.
El movimiento se produjo alrededor de las 10 de la noche, cuando muchos estaban en sus casas, y se originó por el repentino desplazamiento de una falla submarina, a escasa profundidad. El Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología alertó inicialmente sobre un posible tsunami, que finalmente no se materializó, aunque la calma nunca regresó del todo. Más de 600 réplicas se han sucedido desde entonces, como un recordatorio inquietante de la fragilidad de la tierra bajo sus pies.
Las horas siguientes estuvieron marcadas por una lucha contrarreloj. La oscuridad, las lluvias persistentes y los daños en infraestructura complicaron las operaciones de búsqueda y rescate. Equipos especializados, junto a voluntarios armados con retroexcavadoras y perros rastreadores, se desplegaron en medio de bloqueos en caminos y puentes. Bernardo Rafaelito Alejandro IV, subdirector de la Oficina de Defensa Civil, reconoció que todavía queda mucho por hacer: “Estamos en la fase crítica de búsqueda y rescate”, dijo, consciente de que aún hay personas atrapadas y heridas que necesitan ayuda urgente.
La ausencia de servicios básicos como electricidad y agua en varias zonas del norte obliga a miles a refugiarse en albergues temporales, enfrentando un futuro incierto. La herida que dejó el sismo no es solo material; es también un vacío cargado de miedo y desconfianza en la estabilidad de un territorio que se mueve sin aviso.
¿Qué significa vivir en un país donde la tierra tiembla sin preámbulo? Filipinas, situado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, sabe responder a esta pregunta con historias de resiliencia mezcladas con la angustia de lo imprevisible. Mientras las labores de socorro continúan, la nación se pregunta si las lecciones del pasado serán suficientes para afrontar las que la tierra les sigue imponiendo. ¿Podrá la ayuda llegar a tiempo y las heridas cerrarse alguna vez? El temblor deja muchas preguntas abiertas, pero sobre todo, un llamado urgente a no bajar la guardia ante la tierra que cruje bajo sus pies.


