La imagen popular del Tyrannosaurus rex ha sido siempre la de un animal feroz que asusta tan solo al mostrar su prominente dentadura. Y aunque sí fueron dinosaurios con dientes de hasta 30 centímetros, resulta que con su mandíbula en reposo no eran visibles, pues estaban cubiertos por labios.
El intento por confirmar la existencia de labios en dinosaurios terópodos, como el Tyrannosaurus, ha sido controvertido, sobre todo porque no todos los estudios al respecto han sido revisados por pares académicos. Sin embargo, esta investigación realizada por los paleontólogos Thomas M. Cullen, Derek W. Larson, Diane Scott, Tea Maho, Kirstin S. Brink, David C. Evans y Robert Reisz, evidenció varios factores que supondrían la existencia de estos tejidos extraorales.
Uno de estos tendría que ver con la forma de reposo de la mandíbula de estos dinosaurios. Según estudios detallados de los fósiles encontrados hasta la actualidad, habría fracturas si se entrecruzaran los dientes superiores sobre los inferiores para que los primeros fueran visibles. En este sentido, los dientes de la mandíbula superior no superarían la línea dental inferior.
Tampoco sería posible que se diera esta sonrisa de dientes en Tyrannosaurus o carnívoros similares debido a unas muescas (llamadas forámenes) identificadas sobre la línea de dientes de la mandíbula superior. Estas se compararon con las de los esqueletos de diferentes reptiles como lagartos (presentan labios) y cocodrilos (no los presentan) y mostraron una coincidencia mayor con las de los pequeños reptiles.
El paleontólogo y paleoartista Mark Witton acompañó este proceso investigativo con el fin de ilustrar los procesos comparativos y las diferentes formas de representar a estos dinosaurios con respecto a los resultados encontrados.
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