Foto: Universidad Centroamericana
Este miércoles, 16 de agosto, la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, Nicaragua, fue clausurada por el Consejo Nacional de Universidades, y ciudadanos denunciaron que se desmontó toda su imagen de la infraestructura para la creación de una universidad oficial. Este es apenas uno de las decenas de casos similares en este país.
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La Universidad había sido alertada días antes por problemas administrativos, por lo que intentó asegurar a sus estudiantes la continuidad de su funcionamiento. Esto, sin embargo, resultó en la incautación de sus instalaciones, bienes muebles y de sus cuentas bancarias por parte del Estado. Así, la UCA se convirtió en la vigesimoséptima universidad privada clausurada por el régimen de Daniel Ortega.
La UCA era una institución jesuita, por lo tanto correspondía a la comunidad religiosa, contra la cual se ha presentado por años una dura persecución por parte de las instituciones del Gobierno de Ortega. En este caso, lo que el Estado alegó para la incautación de esta institución tiene que ver con que el centro educativo “funcionó como centro de terrorismo, organizando grupos delincuenciales.
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La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos para América Latina y el Caribe condenó esta medida, al igual que otras instituciones educativas extranjeras y comunidades religiosas. José María Tojeira, sacerdote de la Compañía de Jesús y exrector de esta Universidad, manifestó su rechazo a esta clausura diciendo que desde el Estado “querían castigar a la UCA porque en algunos momentos apoyaron a las víctimas de la represión nicaragüense de las manifestaciones de 2018”.
De acuerdo con lo presentado por el medio de comunicación nicaragüense Confidencial, la clausura de universidades privadas ha llegado a niveles extremos. Han sido cerradas 27 desde diciembre de 2021, de las cuales se han creado cuatro estatales y han afectado a más de 37.000 estudiantes. Ya se anunció que la clausurada UCA tendrá el nuevo nombre de Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro.
