La meningitis es la inflamación de los tejidos que rodean el cerebro y la médula espinal. Suele deberse a una infección, puede ser mortal y requiere atención médica inmediata.
Hay varias especies de bacterias, virus, hongos y parásitos que pueden causarla. La mayoría de estas infecciones se transmite entre personas. Los traumatismos, el cáncer y los medicamentos causan un pequeño número de casos.
El tipo más frecuente de meningitis peligrosa es de causa bacteriana y puede ocasionar la muerte en menos de 24 horas.

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Signos y síntomas:
Los síntomas de la meningitis varían en función de la causa, la evolución de la enfermedad (aguda, subaguda o crónica), la afectación encefálica (meningoencefalitis) y las complicaciones sistémicas.

Los síntomas habituales de la meningitis son: rigidez en la garganta, fiebre, confusión o alteración del estado mental, cefaleas, náuseas y vómitos.
Otros síntomas menos frecuentes son: convulsiones, coma y deficiencias neurológicas (por ejemplo, pérdida de audición o visión, deterioro cognitivo o debilidad de las extremidades).
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Las bacterias causantes de meningitis pueden provocar otros síntomas si infectan la sangre del torrente circulatorio, que pueden desembocar rápidamente en septicemia:
– Frío en manos y pies.
– Dolor muscular y articular.
– Respiración más rápida de lo habitual.
– Diarrea.
– Erupciones de la piel de color rojo o púrpura oscuro
Una de cada cinco personas que sobrevive a una meningitis bacteriana puede tener secuelas de larga duración, como: pérdida de audición, convulsiones; debilidad de las extremidades; problemas de la visión, el habla, el lenguaje, la memoria y la comunicación; y deformidades cicatriciales y amputaciones de extremidades tras la septicemia.