Cónclave: la búsqueda del sucesor comienza en la Sixtina
El Vaticano guarda silencio y expectación. Este miércoles 7 de mayo de 2025, tras nueve días de duelo por la muerte del papa Francisco, que falleció el 21 de abril a los 88 años, comenzó el cónclave para elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica. La histórica votación se desarrolla en la Capilla Sixtina, un espacio que encierra siglos de tradición y ahora, renovadas esperanzas.
Un total de 134 cardenales menores de 80 años se encuentran reunidos bajo un estricto protocolo de confidencialidad y aislamiento. Ellos son los encargados de decidir quién tomará el timón de una institución que enfrenta desafíos continuos y expectativas globales. La ceremonia inaugural dio paso a la primera tanda de votos, que concluyó sin un acuerdo. La fumata negra, la señal que descarta un nuevo pontífice, emergió del techo de la capilla, confirmando que la unanimidad aún se resiste en el conclave.
Este desenlace no sorprendió; la tradición marca que el primer escrutinio suele ser un tanteo, una primera mirada entre los purpurados para medir fuerzas y alianzas. Mientras el mundo espera, este jueves 8 de mayo, las actividades se reanudan con una misa concelebrada a las 7:30 de Roma, seguida por el rezo de los laudes a las 9:00. Dos votaciones consecutivas están programadas antes de la esperada nueva fumata que podría aparecer entre las 10:30 y las 12:00 horas.
La jornada se perpetuará con una segunda ronda a las 16:00 y la correspondiente señal en los cielos vaticanos entre las 17:30 y las 19:00 horas. Si el consenso sigue esquivo, los cardenales descansarán momentáneamente en la residencia de Santa Marta tras el rezo de las Vísperas pero el proceso no cesará: hasta cuatro votaciones diarias hasta conseguir la mayoría calificada que decida el futuro pontífice.
Este cónclave no es solo un ritual de elecciones; es el momento en que la Iglesia debe mirar hacia adelante. La tensión entre tradición y renovación, la incertidumbre global y las divisiones internas cobran rostro en estos días. ¿Podrán los cardenales formar un acuerdo que sintetice la complejidad actual? ¿Qué desafíos esperan al nuevo papa? Mientras la humanidad observa, Roma decide.
