Tras recientes polémicas del gobierno Petro, Angie Rodríguez se pronunció sobre su relación con figuras clave como Laura Sarabia y Armando Benedetti

¿Gabinete en tensión?

Este jueves 22 de mayo de 2025, en Bogotá, la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República Angie Rodríguez rompió el silencio ante las crecientes controversias que conmueven al Gobierno de Gustavo Petro. En medio de un escenario marcado por las tensiones entre figuras centrales del gabinete, Rodríguez buscó calmar las aguas y desmentir rumores sobre injerencias indebidas en la administración pública.

Las polémicas estallaron con mayor fuerza durante las últimas semanas alrededor de la relación entre la canciller Laura Sarabia y el ministro del Interior, Armando Benedetti. Ambos protagonistas protagonizan un cruce público en el que no solo se lanzan acusaciones mutuas, sino que también se cuestiona el manejo de recursos estatales y se habla de denuncias por violencia política. Este clima ha deteriorado la cohesión dentro del gabinete, planteando una grieta que impacta la imagen presidencial y la gobernabilidad.

En este contexto, Angie Rodríguez, considerada una de las colaboradoras más fieles al presidente Petro, intervino para negar que exista una ruptura personal con la canciller Sarabia. “Mi relación ha sido siempre en el marco del respeto, de la cordialidad y sobre todo profesional”, aseguró. Para Rodríguez, el protagonismo debe concentrarse en el mandatario y no en disputas personales que solo erosionan la confianza ciudadana. Asimismo, reiteró su cercanía y apoyo al ministro Benedetti, rechazando categóricamente los señalamientos sobre supuestas injerencias o manejos oscuros desde su despacho.

Lo que está en juego va más allá de un conflicto interpersonal. La discordia entre Sarabia y Benedetti revela un vacío de liderazgo interno y pone en evidencia las dificultades para articular una agenda común en un gobierno que enfrenta expectativas altas y desafíos complejos. La ciudadanía observa con atención cómo estas diferencias internas amenazan con paralizar decisiones clave y desgastar una administración que apenas transita su segundo año.

Mientras tantos, la pregunta que persiste es si la dirección de la Casa de Nariño logrará superar estas divisiones y recuperar la necesaria unión que todo proyecto político demanda. ¿Podrá la Presidencia restablecer la confianza y la armonía en un gabinete marcado por tensiones que, hasta ahora, parecen prolongarse sin una solución clara a la vista?

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