📸 Cortesía: Fiscalía
Red de extorsión y secuestro sacude al Parque Lleras
Un manto de violencia y abuso oscurece la vida nocturna en uno de los sectores más exclusivos de Medellín. En la madrugada del 21 de octubre de 2024, un drama de secuestro y extorsión llevó a la Fiscalía General de la Nación y a la Policía Nacional a actuar en conjunto para desmantelar una red criminal que operaba en dos establecimientos nocturnos del Parque Lleras.
Diez empleados vinculados a estos negocios, entre ellos la representante legal —apodada la Madrina— fueron imputados por el delito de secuestro extorsivo agravado. El método, cruel y meticuloso, consistía en retener a turistas extranjeros contra su voluntad, exigiendo cobros desproporcionados por consumos de licor y comida. Una de las víctimas, dos ciudadanos panameños, sufrió agresiones físicas tras recibir una factura de 14 millones de pesos por apenas tres botellas de licor. Otro turista, estadounidense, fue forzado a enviar 485 dólares mediante transferencia electrónica como pago extorsivo el 14 de mayo de 2025.
Este caso no solo expone la vulnerabilidad de los visitantes en una zona emblemática de la ciudad sino también la compleja red de ilegalidades que se oculta tras los negocios: presuntas actividades de explotación sexual y tráfico de drogas estarían en el trasfondo de esta trama de violencia y abuso. La investigación continúa, desvelando un entramado que va más allá del daño económico, revelando un problema estructural en la seguridad y el control del turismo.
El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, ha manifestado la esperanza de que Estados Unidos solicite la extradición de los implicados, dada la afectación directa a un ciudadano estadounidense. Mientras tanto, las autoridades han dictado medida de aseguramiento en prisión para los detenidos y no descartan la clausura definitiva de los locales involucrados, junto con la aplicación de procesos de extinción de dominio.
En un escenario donde el brillo del Parque Lleras se ve empañado por estas sombras, la pregunta no se hace esperar: ¿podrán las instituciones restaurar la confianza y garantizar la seguridad en un lugar que debería ser símbolo de encuentro y disfrute? El proceso apenas comienza, pero el vacío dejado por estas agresiones pide respuestas urgentes.
