📸 Cortesía: @JGranadosPena / captura de pantalla
¿Justicia en juego en Paloquemao?
La tensión se respiraba en los juzgados de Paloquemao, Bogotá, la mañana del viernes 30 de mayo de 2025. Un cruce firme entre la jueza Sandra Heredia y el abogado defensor Jaime Granados desencadenó un episodio revelador en el juicio contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, acusado de presuntos delitos que han sacudido la política colombiana: fraude procesal, soborno a testigos y soborno en actuación penal.
El escenario era la declaración de Óscar Monsalve, hermano del exparamilitar Juan Guillermo Monsalve Pineda, quien expresó desde Estados Unidos su testimonio sobre las amenazas que acechan a su familia en Colombia. Fue en ese instante cuando la jueza Heredia cortó el rumbo del contrainterrogatorio, reprochando a Granados por formular preguntas que sugerían respuestas al testigo. “Doctor Granados, usted está haciendo preguntas que en su mayoría están sugiriendo la respuesta al testigo y como juez no puedo permitir esas circunstancias”, sentenció con autoridad, marcando un límite claro en el desarrollo del proceso. El defensor reconoció el llamado y prometió ajustar su estrategia.

El testimonio de Monsalve no se limitó a narrar amenazas. Con voz firme y gesto pesado, señaló responsabilizando al senador Iván Cepeda y al abogado Miguel Ángel Del Río Malo de cualquier daño que pudiera sufrir su familia. “Si algo le llega a pasar a mi papá, a mi mamá, o a cualquier miembro de mi familia, los responsables son ellos. Desde la Fiscalía, Iván Cepeda y el abogado Del Río”, afirmó, palabras que llevaron a la decisión urgente de proteger a sus seres queridos trasladándolos fuera del país.
Esta jornada no solo fue marcada por momentos de tensión individual, sino también por una batalla soterrada entre la defensa y la Fiscalía. Granados acusó a la fiscal encargada, Marlene Orjuela, de realizar preguntas capciosas, un reflejo más de la guerra jurídica que subyace al caso que trasciende lo personal y político para cuestionar la integridad misma del sistema judicial.
El proceso contra Álvaro Uribe Vélez sigue adelante, con episodios como este que revelan no solo la complejidad legal sino también el trasfondo humano, donde el miedo, las estrategias legales y las luchas de poder se entrecruzan. ¿Logrará la justicia colombiana esclarecer estas sombras o continuará navegando en aguas turbulentas entre acusaciones y contracargos? La expectativa persiste, mientras Bogotá observa cada paso en esta emblemática causa que ha puesto en jaque la confianza ciudadana y el equilibrio institucional.