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Corte Suprema se distancia del presidente en la toma de posesión de un magistrado
El silencio de una ausencia.
Este jueves 5 de junio de 2025, en la solemne Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, se tomó una decisión que resuena más allá de la formalidad del acto: el magistrado Víctor Julio Usme Perea asumió su cargo sin la presencia ni invitación del presidente Gustavo Petro.
Usme Perea, con dos décadas de experiencia como magistrado auxiliar en la Sala de Casación Laboral, optó por prestar juramento ante su misma Corte y no ante el Ejecutivo. Amparado por un precedente de la Corte Constitucional que reconoce la facultad de los magistrados para elegir ante quién rendir el juramento, esta elección tuvo un significado inequívoco. La ceremonia, presidida por Octavio Augusto Tejeiro Duque, actual presidente de la Corte Suprema, se desplegó bajo un llamamiento explícito a defender la independencia y autonomía judicial, pilares fundamentales de una democracia sana.
Este gesto, aparentemente protocolar, cobra relevancia en un contexto donde la relación entre el Ejecutivo y las altas cortes se ha tornado tensa. La exclusión del presidente Petro no es un capricho, sino una declaración velada que evidencia una distancia creciente entre los poderes. La Corte Suprema, a través de esta ceremonia, advierte que su independencia no es negociable ni subordinable.
El magistrado comunicó formalmente su decisión al presidente de la Corte, en un acto que va más allá del simple procedimiento para convertirse en un símbolo de autonomía. La ciudadanía observa cómo los equilibrios institucionales se tensionan, y se pregunta si esta distancia marca un nuevo capítulo en la relación entre poderes.
Mientras tanto, la Corte Suprema espera que esta reafirmación de la autonomía judicial sea entendida y respetada, pero deja en el aire una pregunta inquietante: ¿podrá el respeto mutuo entre poderes sostener la democracia cuando la distancia crece a cada ceremonia?