“¿Entonces qué, Gustavo?”: Leyva culpa a Petro de incitar violencia tras atentado a Miguel Uribe Turbay, ya lo había advertido en su última carta

📸 Cortesía: Presidencia / Senado / captura de pantalla X @MiguelUribeT
¿VIOLENCIA CON CUSTODIA PRESIDENCIAL?
Un disparo que silenció una campaña.

Este sábado 7 de junio de 2025, el parque El Golfito en el barrio Modelia de Bogotá se convirtió en epicentro de un estremecedor atentado contra la democracia colombiana. Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato presidencial, fue víctima de un ataque a tiros que lo dejó en estado crítico y desató una profunda conmoción nacional.

El agresor, un joven de apenas 14 años, le disparó por la espalda durante un mitin público. Uribe Turbay recibió al menos tres impactos, dos de ellos en la cabeza. Fue trasladado de inmediato a la Fundación Santa Fe, donde hasta el 11 de junio se reportaba una leve mejoría, aunque la incertidumbre persiste.

La captura inmediata del menor no apaga las preguntas sobre los motivos y los mandos detrás del atentado. Circula la información de que al agresor le ofrecieron veinte millones de pesos para cometer el crimen, lo que sugiere una organización oculta detrás de la violencia.

Pero el suceso no solo golpea físicamente a un político; también erosiona la confianza en un ambiente político tenso e inseguro. La crisis invita a repensar la protección de candidatos y a interrogarse sobre el papel de las autoridades y sus discursos.

En este agitado escenario reapareció Álvaro Leyva Durán, excanciller, quien lanzó una fuerte acusación contra el presidente Gustavo Petro. Leyva recordó que en una carta pública enviada semanas antes ya había advertido sobre los peligros de incitar a la violencia desde la más alta investidura. “Estamos siendo testigos del resultado de esas palabras”, afirmó con dureza, haciendo un crudo llamado de atención sobre la responsabilidad presidencial en la exacerbación del clima de violencia.

Las voces de repudio se multiplican mientras el país se pregunta cómo evitó este atentado convertirse en tragedia fatal y qué condiciones permitieron que un menor se convierta en arma. La seguridad, el discurso político y el control ciudadano se entrelazan en un complejo nudo que nadie puede desatender.

¿Podrá Colombia alejarse de estas sombras que amenazan su delicada democracia? La ciudadanía permanece expectante, exigiendo respuestas y garantías para un proceso electoral libre de miedo y violencia que no dilate la justicia ni la paz.

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