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¿DEMOCRACIA EN JAQUE? PETRO Y LA SOMBRA DE UN GOLPE EN ARGENTINA
La incertidumbre pesa en Buenos Aires. Este martes 10 de junio de 2025, horas después de que la Corte Suprema de Justicia de Argentina ratificara la condena contra Cristina Fernández de Kirchner, el presidente colombiano Gustavo Petro alzó la voz para expresar su respaldo y lanzar una alerta que resuena en toda América Latina.
Fernández de Kirchner fue sentenciada a seis años de prisión domiciliaria por administración fraudulenta de fondos públicos en el caso conocido como la “causa Vialidad”. Además, quedó inhabilitada de por vida para ocupar cargos públicos, una sentencia que ha profundizado las divisiones en su país. La confirmación de la condena precipitó una reacción inmediata desde el vecino país: a mediodía, Petro difundió en su cuenta oficial de X una declaración de apoyo donde confirmó una reciente conversación con la exmandataria, a quien calificó como una persona “que va en camino a la prisión”.
El mandatario colombiano no se limitó a un gesto de solidaridad. En su mensaje, señaló que América Latina enfrenta “tiempos difíciles” y recordó que figuras emblemáticas de la izquierda regional como Lula da Silva, Pedro Castillo, Rafael Correa, Dilma Rousseff, Manuel Zelaya, Andrés Manuel López Obrador y Evo Morales han sido objeto de “golpes de Estado, procesos injustos y cárcel por años”. Este llamado pone en perspectiva una tendencia que, según Petro, amenaza la ya frágil primavera democrática que surgió tras el abandono definitivo de las dictaduras y los conflictos armados que marcaron el siglo XX en la región.
Además, el presidente colombiano advirtió sobre un peligro inminente ante el avance de gobiernos de extrema derecha que, a su juicio, promueven rupturas del orden democrático tradicional. La gravedad del asunto radica no solo en la condena a Fernández de Kirchner, sino en lo que Petro interpreta como un movimiento que podría configurar un verdadero golpe de Estado contra ella y, por extensión, contra los procesos democráticos latinoamericanos.
En este complejo cuadro, quedan preguntas abiertas: ¿Qué implicará esta condena para la estabilidad política argentina? ¿Podrá la ciudadanía sortear el desgaste institucional sin ver erosionada su confianza en la justicia y en la democracia? Mientras tanto, la región observa con expectación y preocupación, consciente de que estas tensiones podrían marcar un antes y un después en el equilibrio político del continente.
