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COLOMBIA EN LA MIRA DEL NUEVO BANCO DE DESARROLLO DEL BRICS
Un paso significativo lejos de las rutas financieras tradicionales.
Este jueves 19 de junio de 2025, Colombia hizo oficial su ingreso al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), la institución financiera establecida por las economías emergentes del grupo BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Este anuncio marca un cambio trascendental que podría redefinir el mapa de las inversiones y las alianzas geopolíticas del país.
La incorporación de Colombia al NDB no fue un acto fortuito. Tras décadas de dependencia en organismos multilaterales tradicionales, el presidente Gustavo Petro dio un paso decidido durante su visita a China el 16 de mayo de 2025. Allí, en el marco de una reunión ministerial de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), su ministro de Hacienda, Germán Ávila, entregó una carta a la presidenta del banco, Dilma Rousseff, expresando la intención formal de unirse al bloque. La oferta incluye la suscripción de 5.125 acciones en el capital autorizado del NDB, comprometiendo 512,5 millones de dólares, distribuidos entre capital exigible y pagado. Esto abre la puerta para que Colombia obtenga créditos con condiciones competitivas, similares a las que ofrecen organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo.
El reclamo económico se traduce en una apuesta estratégica. La presidenta del NDB, Dilma Rousseff, recibió la solicitud de Colombia junto con la de Uzbekistán, durante el reciente Foro Económico Internacional en San Petersburgo. Rousseff destacó el interés del banco en sumar nuevos miembros que amplíen su influencia global. Desde Bogotá, la canciller Laura Sarabia manifestó que esta adhesión trasciende lo financiero y amplía el horizonte del país, sugiriendo que se abre un nuevo capítulo de oportunidades.
Fundado en 2014 y con sede en Shanghái, el NDB representa una institución que busca ofrecer alternativas a los países emergentes para financiar proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible. La incorporación de Colombia forma parte de un movimiento más amplio para diversificar las alianzas internacionales y reducir la dependencia de modelos tradicionales, un escenario que podría tener impactos en la economía, la diplomacia y la proyección global del país en los años venideros.
¿Podrá Colombia aprovechar esta ventana para movilizar recursos que promuevan un desarrollo inclusivo? ¿Cómo influirá esta estrategia en su posición frente a las potencias tradicionales y nuevas coaliciones? El camino queda abierto, pero la inquietud persiste sobre las verdaderas implicaciones de este giro en su política exterior y financiera.