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«`htmlLECTURA EN COLOMBIA: UN REFUGIO QUE RESISTE LA VORÁGINE DIGITAL
La palabra que se escribe y se lee pulsa con renovada fuerza en Colombia, un país donde las pantallas parecen devorar la atención y los contenidos digitales se evaporan en instantes. Este 23 de abril de 2025, la Universidad Javeriana y la Cámara Colombiana del Libro revelaron datos que invitan a la esperanza: el 72% de los colombianos afirma mantener el hábito de la lectura, y el libro sigue siendo el formato preferido para el 75% de ellos. Es el hallazgo central del estudio “Hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y compra de libros en Colombia 2023”, elaborado por Invamer.
En medio del bullicio de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025, que cerró con una cifra inédita: 570 mil asistentes, expertos y gestores culturales recordaron que leer es vivir dos veces. No es solo un ejercicio solitario: es un acto que multiplica la empatía, refuerza la memoria, enriquece el pensamiento crítico y regala bienestar emocional. Según cifras del DANE y la Universidad Javeriana, los adultos colombianos destinan en promedio 48 minutos diarios a esta práctica; sin embargo, aparecen brechas evidentes en las zonas y estratos sociales, especialmente cuando se trata de niños y jóvenes cuya motivación para leer fluctúa.
¿Pero cómo sostener y ampliar este hábito en un mundo que exige atención fragmentada y rapidez? Especialistas en neuroeducación y promoción de la lectura sugieren caminos sencillos pero efectivos: comenzar con géneros atractivos, instaurar un ritual diario como leer quince minutos antes de dormir o al despertar, tener siempre un libro a mano —físico o digital— para llenar los tiempos libres, y desconectarse de dispositivos móviles para evitar que la distracción fragmente la concentración.
La lectura, entonces, no solo se revela como una habilidad o un pasatiempo, sino como una resistencia silenciosa frente al vértigo que impone la era digital. En un país que se mueve entre desigualdades, el libro sigue siendo una ventana al conocimiento, una puerta abierta a otras vidas y a la reflexión profunda.
El desafío es permanente: ¿cómo asegurarnos de que este resurgir no sea efímero? ¿Puede Colombia convertir la lectura en un verdadero motor cultural y social? Mientras la pregunta se mantiene en el aire, cada página leída se convierte en un acto de esperanza y de afirmación de lo humano.
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