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«`htmlDECIR ADIÓS A UN AMIGO PELUDO: UN DUELO PROFUNDO AÚN SILENCIADO
El vacío que deja su partida no se ve, pero se siente con intensidad.
En Colombia, 2025, el duelo por la pérdida de una mascota emerge como una realidad que merece todo el respeto y reconocimiento. Miles de personas enfrentan el dolor y la tristeza cuando un compañero animal se va, no como un simple ser extraño, sino como un miembro incondicional de la familia.
Este sufrimiento se mide en lágrimas, en silencios y en una ausencia que desgarra. La psicóloga clínica Ana María Rodríguez explica que el duelo por una mascota suele ser incomprendido por el entorno, lo que amplifica la sensación de aislamiento y dificulta la recuperación emocional. Los síntomas van más allá de la tristeza: culpa, vacío existencial y ansiedad acompañan a quienes atraviesan este proceso. Pero el duelo exige tiempo, contención y que se rompa el silencio que lo envuelve.
La creciente cultura de bienestar animal en Colombia ha motivado a expertos en psicología, veterinaria y terapia emocional a ponerse en alerta ante el aumento de consultas relacionadas con esta pérdida durante el último año. La pregunta ya no es si se debe llorar a un animal, sino cómo acompañar ese duelo legítimo. La respuesta apunta a permitir que las emociones broten, a no minimizar el dolor: llorar, hablar de la mascota o escribirle se convierten en actos indispensables para liberar el alma herida.
Rodríguez señala que negar o silenciar el sufrimiento solo fomenta su cronicidad. En cambio, crear un homenaje —ya sea con un álbum de fotos, una carta abierta o un árbol plantado en su memoria— da forma a la ausencia y ofrece un recuerdo lleno de gratitud, no de culpa. Hablar con familiares, amigos o incluso unirse a grupos de apoyo en redes sociales ofrece un refugio donde compartir el duelo.
Queda un interrogante latente: en una sociedad que cada vez reconoce el valor de la vida animal, ¿podrán las instituciones de salud mental profundizar en estrategias que acompañen estos duelos? ¿Se abrirán espacios para sentir sin juicio? Porque más allá del silencio social, el afecto por un amigo peludo es tan real como cualquier otro amor, y su pérdida, una herida que merece ser atendida con ternura y comprensión.
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