📸 Cortesía: captura de pantalla X @alfredosaadev
¿AMENAZA EN LA CASA DE NARIÑO?
El 25 de junio de 2025, Alfredo Saade tomó posesión como jefe de gabinete del presidente Gustavo Petro en la emblemática Casa de Nariño. Lo que debía ser un acto protocolario se vio atravesado por una sombra de polémica y tensión, tras las palabras del nuevo funcionario que rozaron la advertencia y la amenaza.
Saade, líder cristiano y fiel militante del oficialista Pacto Histórico, llegó a su cargo en medio de un contexto convulso. En sus primeras intervenciones públicas, insistió en la supuesta existencia de planes para desestabilizar al gobierno Petro, y no dudó en llamar a proteger la administración presidencial “a toda costa”. Su propuesta de convocar una Asamblea Constituyente para reformar la carta política colombiana, que de por sí ya genera debate, fue acompañada de un lenguaje duro que alarmó a la oposición y a la prensa.
El punto crítico llegó cuando Alfredo Saade dirigió una frase que cayó como un jarro de agua fría en los pasillos políticos y mediáticos:
> Hoy se lo repito a la prensa arrodillada y a la ultraderecha recalcitrante: que ni se les ocurra, porque habría el mayor derramamiento de sangre
Este mensaje, pronunciado como una advertencia frente a lo que él calificó de intento de golpe de Estado, provocó reacciones encontradas. Mientras sus seguidores defienden la necesidad de un lenguaje firme para proteger un proyecto político amenazado, sectores críticos lo interpretan como una expresión de intolerancia que erosiona la confianza en la democracia y en el diálogo político.
¿Quién es Alfredo Saade? Persona de confianza para Gustavo Petro, Saade se ha caracterizado por su defensa enérgica del gobierno y por sus declaraciones controversiales. En repetidas ocasiones ha sugerido desde el cierre temporal del Congreso hasta la censura de medios que acusa de manipular la información, sin omitir llamadas para restringir el uso de redes sociales bajo la justificación de combatir desinformación y discursos de odio. Esta trayectoria añade complejidad y un matiz inquietante a su reciente discurso.
La escena de este capítulo político es Bogotá, en el Palacio de Nariño, el 25 de junio, cuando el país observaba con atención la reasignación en uno de los cargos más sensibles del Ejecutivo. El contexto nacional, marcado por tensiones sociales y demandas de reformas profundas, es un telón de fondo que explica, en parte, la radicalidad del discurso pero también la gravedad de sus implicaciones.
¿Qué significa esta escalada retórica? En un país que ha sufrido las heridas de la polarización y la violencia política, palabras como las pronunciadas por Saade no solo provocan preocupación, sino también preguntas inevitables: ¿hasta dónde llegará la fricción política? ¿podrá la democracia colombiana resistir el desafío de voces que mezclan defensa del poder con amenazas veladas? La ciudadanía, mientras tanto, observa expectante, en busca de razones y certezas que hoy parecen diluirse entre tanto ruido.