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Irán corta lazos con la ONU tras ataques en sus instalaciones nucleares
Teherán, 3 de julio de 2025 — Un silencio que resuena en el desierto: Irán anunció que suspende oficialmente toda cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), brazo de la ONU, luego de una serie de ataques sin precedentes que sacudieron sus instalaciones nucleares.
El miércoles pasado, el presidente Masoud Pezeshkian promulgó una ley aprobada semanas antes por el Parlamento y avalada por el Consejo Constitucional. Esta norma restringe la presencia y actividad de los inspectores del OIEA en sitios nucleares iraníes, condicionándola a que se garantice la seguridad de las plantas y se obtenga permiso del Consejo Supremo de Seguridad Nacional.
¿La razón? Una respuesta tajante a lo que Irán considera una “violación de su soberanía e integridad territorial”. El detonante fueron los ataques conjuntos de Israel y Estados Unidos, primero el 13 de junio —cuando aviones israelíes dañaron la planta de Natanz—, y después el 22 de junio, con bombardeos estadounidenses sobre Fordow e Isfahán. Ante estos hechos, Teherán acusa al OIEA de silencio cómplice, señalando que no protegió ni defendió las instalaciones que supervisaba.
La medida legislativa se aprobaría el 25 de junio en el Parlamento iraní para ser ratificada una semana después por Pezeshkian, quien notificó a las autoridades nacionales pertinentes —la Organización de Energía Atómica de Irán, el Consejo Supremo de Seguridad y el Ministerio de Relaciones Exteriores—. También anunció que Irán dejará de cumplir con los mecanismos de salvaguarda impuestos por el Tratado de No Proliferación Nuclear mientras no se restauren las garantías de seguridad nacional.
Esta ruptura con el OIEA no solo abre una nueva etapa de tensión en una región ya convulsa, sino que plantea interrogantes sobre el futuro del control internacional en materia nuclear. ¿Podrán los organismos multilaterales mantener su autoridad ante estados que reclaman soberanía y denunciaron, esta vez con argumentos de peso, que sus territorios fueron violados bajo la mirada pasiva de la comunidad internacional?
Mientras Irán cierra las puertas a la inspección externa, la comunidad global observa un desmoronamiento de la confianza que podría erosionar aún más el delicado equilibrio con el que se busca evitar la proliferación nuclear. ¿Será esta medida un punto de quiebre o el inicio de un diálogo renovado? Por ahora, la incertidumbre permanece, tan densa como el polvo que levanta el viento en las calles de Teherán.