Europa refuerza acciones para reducir el consumo de sal: OMS lidera encuentro en Suiza

Reducción de sal: ¿Un combate europeo con sabor amargo?

Este martes 8 de julio, en la histórica ciudad de Berna, Suiza, la Organización Mundial de la Salud alzó la voz una vez más. En su 16ª conferencia de la Red de Acción para la Reducción de Sal en Europa, reunió a expertos, autoridades y la industria alimentaria con un reto que late con urgencia: bajar en un 30 % el consumo de sal en el continente antes de 2025.

Las cifras son elocuentes y preocupantes. En Europa, el ciudadano promedio consume entre 9 y 19 gramos de sal al día, muy por encima de los cinco que recomienda la OMS. Detrás de estos números no sólo hay un gusto por lo salado, sino un riesgo latente: enfermedades cardiovasculares que engrosan las listas de mortalidad y deterioran la calidad de vida. João Breda, director del Programa de Nutrición del organismo regional, lo resume así: “Reducir incluso un poco la ingesta puede salvar miles de vidas en toda Europa”.

Pero las palabras se acompañan de acciones concretas. La conferencia resaltó la urgencia de reformular productos procesados para que contengan menos sodio, implementar campañas de concientización que penetren en la rutina cotidiana y establecer controles rigurosos en el etiquetado. Más que un llamado al sacrificio individual, la apuesta es por una alianza con la industria alimentaria, buscando avances sostenibles que no queden en buenas intenciones.

La OMS advierte con cifras que vuelven tangible el impacto: si se consolidan políticas obligatorias y se reformulan alimentos, se podrían evitar cerca de 7 millones de muertes hasta 2030. Sin embargo, el camino sigue plagado de incertidumbres: la meta de reducir un 30% el consumo para 2025 está lejos de alcanzarse. Entre promesas y obstáculos, la población europea se encuentra al filo de un cambio que no es sólo cuestión de paladar, sino de salud pública.

Mientras tanto, el tiempo corre y con él, la pregunta que persiste: ¿podrá Europa virar decisivamente hacia una dieta menos salada o estas intenciones quedarán diluidas entre intereses y hábitos profundamente arraigados? El sabor, como la salud, está en juego.

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