📸 Cortesía: UNGRD
[LAS LLUVIAS SIN PIEDAD]
El agua no cesa, y el dolor tampoco.
Bogotá, 15 de julio de 2025. La primera temporada de lluvias en Colombia se siente como una tragedia que aún no acaba. Más de 100.000 familias han visto sus hogares convertidos en ruinas o en refugios temporales, mientras la alerta de falta de recursos para atender la crisis se agiganta.
Entre marzo y junio, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) registró al menos 1.200 emergencias en 514 municipios repartidos en 31 departamentos del país. Huila, Antioquia, Cundinamarca, Caldas y Tolima figuran como las regiones más castigadas por deslizamientos, inundaciones y crecientes repentinas, fenómenos que han arañado la cotidianidad y desnudado la vulnerabilidad estructural de estas comunidades.
Pese a que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) decretó el cierre oficial de la temporada de lluvias el 15 de junio, las precipitaciones no han dado tregua. Solo entre el 16 de junio y el 11 de julio, otros 209 eventos afectaron a departamentos como Arauca, Meta, Chocó, Cundinamarca y Antioquia, sumando aproximadamente 24.600 familias más al drama de la devastación. Un dato que espanta: no se trata aquí ni de El Niño ni de La Niña, sino de una variabilidad climática impredecible aliada a factores locales que erosionan la resiliencia territorial.
En medio de esta tormenta, la advertencia de Carlos Carrillo, director de la UNGRD, pesa como un presagio sombrío. A pesar de la declaratoria de desastre nacional, los recursos vitales para la atención de la emergencia aún no han sido desembolsados en su totalidad. De los 1,9 billones de pesos asignados, menos de lo esperado ha llegado al terreno. “Hoy la subdirección de manejo, por ejemplo, se está quedando sin recursos. Tenemos 9.000 millones de pesos disponibles y falta aún una buena parte del año”, confesó Carrillo. Un dato que traduce en incertidumbre la capacidad misma del Estado para enfrentar los desafíos que impone esta crisis.
¿Hasta cuándo soportarán las familias el abandono en medio del agua? ¿Cuántos recursos más deberán escasear para que esta emergencia deje de ser invisible? La naturaleza golpea, el hombre responde con burocracias y espera. Mientras tanto, el daño se acumula, y con él, una pregunta que arde: ¿qué tan preparada está Colombia para las tormentas que vienen?