📸 Imagen cortesía Alcaldía de Medellín
¿Ojos atentos en el transporte para salvar a la infancia?
Medellín, 17 de julio de 2025. En la ciudad que se mueve a toda prisa, algo se detiene con urgencia: la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes. La Alcaldía de Medellín, en alianza con 38 empresas de transporte público del Valle de Aburrá, acaba de poner en marcha “Todos los Protegemos”, una campaña que busca armar a conductores, personal de taxis y buses con la mirada vigilante y la convicción activa para prevenir, identificar y denunciar cualquier indicio de abuso o acoso en los espacios públicos.
La necesidad es apremiante. Durante el primer semestre del año, 1.442 menores llegaron a servicios de urgencias bajo el “código fucsia”, señal inequívoca de casos de violencia sexual: un 83 % niñas y adolescentes víctimas, con agresiones que van desde acoso y abuso con intimidación hasta explotación sexual comercial y acceso carnal violento. Una cifra que sepulta el silencio y convoca a no alzar la voz en vano.
“En los buses hay ojos que pueden alertar sobre situaciones anormales. Esta alianza demuestra que Medellín avanza hacia la protección integral de la niñez”, afirma Margarita María Gómez Marín, primera dama de la ciudad y líder de la campaña, quien reconoce en el personal que mueve la ciudad una primera línea de defensa. La estrategia no es sólo un compromiso en papel: incluye formación especializada para los conductores y trabajadores del transporte, para que sepan cuándo una situación requiere alerta, reporte y activación de rutas de protección efectivas.
A la iniciativa se suman el Área Metropolitana y el programa Tejiendo Hogares, que desde enero ya han formado a 254 líderes institucionales y desarrollado más de 40 espacios de capacitación en la comunidad. Los mensajes de prevención no se quedan en el discurso: recorren buses, estaciones y terminales, con material gráfico y actividades artísticas que invitan a la ciudadanía a convertirse en un círculo protector de la infancia.
Así, Medellín dibuja una red que quiere detener el daño donde muchas veces solo hay prisa y desatención. Porque si en los trayectos cotidianos del transporte público hay quienes vigilen con ojos atentos y corazones comprometidos, tal vez sea posible romper el silencio y el ciclo brutal de la violencia. Pero la pregunta queda flotando: ¿será suficiente esta alianza para que los caminos de la ciudad sean, por fin, seguros para sus niñas y niños?