📸 Cortesía: Colprensa
¿Traición a la esperanza?
Este domingo 20 de julio de 2025, el Salón Elíptico del Capitolio Nacional en Bogotá se convirtió en escenario de un pulso político que estremeció al gobierno de Gustavo Petro.
En la apertura de la última legislatura, la oposición tomó la palabra con una carga directa y dura contra el presidente. La representante Lina María Garrido, de Cambio Radical, sorprendió al recinto al calificar al mandatario de “engañar al país” y haber perdido el contacto con la realidad. “Hoy, tres años después, no hay nada que mostrar… usted, presidente, traicionó a Colombia”, espetó Garrido, quien además reveló su decepción personal tras haberlo apoyado en las urnas. Estas palabras no sólo agitaron el ambiente en el Capitolio sino que también encendieron las redes sociales y sembraron dudas sobre posibles acciones legales por injuria en contra de la congresista.
El contexto no fue casual. Durante el derecho de réplica al discurso presidencial, varios congresistas opositores, entre ellos la senadora Paloma Valencia (Centro Democrático) y la representante Marelen Castillo (Liga de Gobernantes Anticorrupción), redoblaron las críticas. La seguridad, la economía, la salud y las políticas sociales fueron señaladas como áreas relegadas por la improvisación y un populismo que solo piensa en el corto plazo. A estos señalamientos se sumó el representante Daniel Carvalho, cerrando un bloque de voces que buscaron evidenciar un desencanto creciente en sectores amplios del país.
El enfrentamiento tomó un giro poco habitual cuando el presidente Petro optó por retirarse antes de que concluyeran los discursos de los opositores, gesto interpretado por analistas y políticos como una muestra de incomodidad ante la oleada crítica que golpeaba su gestión. Más tarde, desde su cuenta en la red social X, el presidente respondió con una mezcla de firmeza y reproche, buscando reconducir la narrativa y reafirmar su liderazgo en medio de la tormenta.
Este episodio no solo desnuda las tensiones profundas que atraviesa la política colombiana, sino que también abre interrogantes sobre la capacidad de diálogo y reconciliación entre poderes y sectores. La ciudadanía observa con atención y cierta incertidumbre, preguntándose si esta ventana parlamentaria podrá ser un espacio para la construcción o solo otro capítulo en la erosión de la confianza. ¿Será posible avanzar sin fracturas mayores o el Congreso seguirá siendo el reflejo del desencuentro?