📸 Imagen cortesía
¿Fuego cruzado en la sombra de un legado colonial?
Este jueves 24 de julio, la frontera entre Camboya y Tailandia estalló en violencia en un episodio que reabre heridas históricas y sacude a toda la región del sudeste asiático.
Artillería pesada y cohetes cayeron sobre provincias tailandesas como Sisaket, Surin y Ubon Ratchathani, dejando al menos 11 civiles y un soldado muertos. La respuesta no se hizo esperar: la Fuerza Aérea tailandesa lanzó bombardeos contra posiciones camboyanas, profundizando así el conflicto más grave en una década.
El Ministerio de Sanidad de Tailandia reportó también 14 heridos y la evacuación forzosa de unas 40,000 personas en pueblos cercanos. Phnom Penh, que de momento no ha confirmado bajas propias, habla de una «agresión tailandesa» y solicita la intervención urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras tanto, ambos países han roto sus relaciones diplomáticas y cerrado las fronteras terrestres.
El epicentro de esta crisis es el territorio que rodea al templo jemer de Ta Muen Thom, en una zona que ha sido escenario de disputas centenarias entre Surin y Oddar Mean Chey, las provincias tailandesa y camboyana respectivamente.
Este choque no es solo un estallido bélico; es un eco del legado colonial que dejó fronteras imprecisas y reclamos sin resolver. La controversia arrastra décadas, incluso siglos, desde la decisión de la Corte Internacional de Justicia en 1962 sobre la soberanía de templos como Preah Vihear, sin que nunca haya habido un acuerdo definitivo y pacífico.
¿Es posible que este nuevo enfrentamiento abra una vía para el diálogo, o simplemente profundiza un vacío de confianza entre dos naciones hermanas? Mientras las bombas caen, la región observa con inquietud y la comunidad internacional se pregunta si la historia repetida podrá encontrar finalmente un cierre justo.