📸 Cortesía: Gobiero de Perú
¿La tormenta invisible en Perú?
Este 10 de julio de 2025, Perú enfrenta un brote de tos ferina que sacude con fuerza a la nación: 1.292 casos confirmados y 18 muertes, la mayoría niños menores de cinco años, extendidos en 15 regiones. Un dato brutal, y doloroso, que no llama solo a la alarma, sino a la reflexión.
La sombra más oscura recae sobre Loreto, epicentro del brote, con 15 de las 18 muertes infantiles registradas. Allí, en la selva amazónica, comunidades indígenas del Datem del Marañón ven cómo la enfermedad cobra vidas y arrastra incertidumbre. Pero no solo el frío litoral amazónico está en peligro: Lima, con distritos como Villa María del Triunfo, San Juan de Miraflores y San Juan de Lurigancho, junto a Cajamarca, Junín y Cusco, enfrentan focos que confirman que la tormenta no respeta fronteras internas.
Este brote, que se dejó sentir con fuerza desde inicios de 2025, desborda registros previos al multiplicar por más de 30 el número de casos de igual período en 2024. ¿Por qué? La tos ferina, causada por la bacteria *Bordetella pertussis*, tiene una trampa cruel: sus primeros síntomas parecen un simple resfrío, pero la evolución hacia una tos intensa y persistente, a menudo acompañada de vómitos y dificultades para respirar, puede costarle la vida a quienes no están vacunados.
Las autoridades sanitarias han respondido con campañas intensificadas de vacunación y vigilancia epidemiológica, conscientes de que el alcance del virus no solo golpea a Perú sino que amenaza con cruzar fronteras hacia poblaciones vecinas aún menos protegidas. Sin embargo, los esfuerzos llegan en medio de una cobertura vacunal que no supera el 80% en varios departamentos, una brecha que la Defensoría del Pueblo y la Sociedad Peruana de Neumología han denunciado como crucial en el agravamiento de la emergencia.
¿Bastarán las medidas para revertir esta crisis? Mientras Loreto llora a sus niños, la pregunta persiste: ¿podrá Perú contener la tormenta antes que se lleve más vidas? El reloj no espera, y la sociedad mira con ojos expectantes hacia el sistema de salud, en busca de respuestas que aún no llegan con la rapidez necesaria.