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**Salud mental en Colombia: una ley que aspira a transformar vidas**
Este 16 de junio de 2025, Colombia decidió mirar hacia dentro y levantar un nuevo paradigma sobre la salud mental: la Ley 2460, una reforma que no solo redefine la salud mental como un derecho fundamental, sino que también promete cambiar el rostro del sistema de atención en todo el país.
La norma, aprobada y sancionada por el presidente Gustavo Petro, llega después de años de demandas sociales y académicas. Su puesta en marcha está prevista antes de octubre, apalancada por un financiamiento inicial de 150 millones de dólares del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Pero esta inyección económica es solo la punta del iceberg de un plan mucho más profundo y ambicioso.
¿Qué implica esta ley? En primer lugar, actualiza el marco jurídico anterior, la Ley 1616 de 2013, situando la salud mental como una prioridad nacional ineludible. La apuesta es clara: promover la prevención, la atención y el cuidado integral en todos los rincones del sistema de salud, en las escuelas, en los espacios laborales, en las comunidades y hasta en las cárceles. Esto reconoce una verdad que hace tiempo la sociedad ha venido comprendiendo: el bienestar emocional no es un asunto aislado, sino el resultado de una compleja interacción entre factores individuales, familiares, sociales y territoriales.
Una de las revoluciones más destacables de esta ley es la eliminación del requisito de remisión médica para acceder a servicios psicológicos. Ahora, cualquier persona podrá buscar ayuda sin barreras previas, un cambio que parece sencillo pero que podría significar salvar muchas vidas. Además, el sistema de salud pública y privada se integrará más para atender la creciente demanda, mientras se impulsará la formación de más psiquiatras y se creará una división especializada dentro del Ministerio de Salud.
No menos innovadora es la incorporación de la educación emocional desde la primera infancia en escuelas y colegios. Un paso decidido para prevenir trastornos, desmontar estigmas y fomentar el autocuidado desde la base. Junto a ello, se planea crear una red integral de servicios y fortalecer la labor de los psicólogos, con especial énfasis en zonas rurales y apartadas que han vivido históricamente desatendidas en este ámbito.
Las dudas persisten, por supuesto. ¿Será capaz el Estado de cumplir con estas ambiciones? ¿Llegará realmente la atención a los más vulnerables? ¿Cómo reaccionarán los sectores privados y las instituciones educativas? Colombia apuesta a un cambio estructural que promete cuidar mente y alma, pero el desafío es mayúsculo.
Mientras la ley despliega sus primeros pasos, el país observa con la esperanza de que esta nueva era en salud mental logre cerrar heridas profundas y construir un bienestar más justo y humano para todos. ¿Será posible? El tiempo y las políticas lo dirán, pero al menos hoy, el debate y la acción se han puesto en marcha.