📸 Imagen cortesía
Flores, música y orgullo: Medellín se viste de tradición
Este martes 5 de agosto, Medellín despierta con el aroma vibrante y el colorido festivo que solo la Feria de las Flores puede regalar. La ciudad, epicentro cultural de Antioquia, se transforma en un lienzo palpitante donde la música popular se entrelaza con la herencia silletera que ha definido generaciones.
Desde la madrugada, Santa Elena, el corregimiento que custodia esta tradición campesina, abrió sus puertas para que cientos de visitantes caminen entre cultivos florales y fincas donde se labra con paciencia la emblemática silleta que engalanará el Gran Desfile. Más que un simple adorno, esa silleta es un emblema de orgullo y resistencia campesina que revive cada año un legado de trabajo y sacrificio.
Mientras tanto, en el parque principal de Santa Elena, la Semana Cultural Silletera convoca a la comunidad en un diálogo de música, danza, arte y sabores típicos que celebran el arraigo y la unión familiar. La Feria no solo es una exhibición; es el reflejo de una identidad que se resiste a diluirse ante el tiempo.
En el corazón urbano de Medellín, Parques del Río abre su Plaza de las Flores desde las cuatro de la tarde hasta la medianoche, congregando a habitantes y turistas en torno a conciertos, artesanías y experiencias interactivas que pintan la ciudad de esperanza y alegría. “Esta feria es para reencontrarnos, celebrar la esperanza y mostrar al mundo nuestra resiliencia y alegría”, afirmó el alcalde Federico Gutiérrez en la inauguración oficial, subrayando la feria como un acto de afirmación colectiva.
Además, en barrios como Doce de Octubre, Buenos Aires y Belén, los tablados musicales gratuitos brillan desde las siete de la noche con voces emblemáticas del género popular: Peter Manjarrés, Arelys Henao, Jorge Celedón, Jean Carlos Centeno, Paola Jara y Grupo Galé. Estas presentaciones permiten que la tradición musical se mantenga viva, al alcance de todos.
Medellín, con sus flores y su música, no solo celebra la temporada más esperada del año. Tocan las fibras de una comunidad que, entre colores y acordes, reafirma su origen, su cultura y su esperanza de futuro. En cada pétalo de esta feria, palpita la memoria y la confianza de un pueblo que sigue floreciendo a pesar de las sombras. ¿Podrá esta tradición conservar su esencia en el vertiginoso ritmo de la modernidad? La respuesta se escribe cada año, con manos campesinas y corazones urbanos, en las calles adornadas de flores.