A congresista Triana le negaron, repetidamente, solicitud de seguridad.

📸 Imagen cortesía
Atentado fallido: el grito silencioso de un congresista en riesgo

La noche del miércoles 13 de agosto de 2025 quedó marcada por un estallido de balas que quiso callar una voz en la Cámara de Representantes de Colombia. Julio César Triana, legislador por el departamento del Huila, logró sobrevivir a un atentado armado en la solitaria vía que une La Plata con Neiva, a la altura del municipio de Paicol, cuando su camioneta blindada fue blanco de ocho disparos. Era poco más de las seis de la tarde.

El ataque no solo revela la violencia latente que azota el país, sino también un entramado de advertencias ignoradas. Desde mayo de 2024, Triana venía manifestando amenazas directas a su integridad y la de su familia, que se intensificaron hasta su reciente declaración como “objetivo militar” por parte de disidencias de las FARC, apenas un día antes del atentado. Su respaldo abierto a la Fuerza Pública lo había señalado como “enemigo de la paz,” un peso que no solo cargaba él, sino también sus seres queridos.

Ante el riesgo creciente, el congresista no permaneció en silencio. Presentó solicitudes formales en cuatro ocasiones, pidiendo con urgencia el fortalecimiento de su esquema de seguridad ante la Unidad Nacional de Protección (UNP). Estas fueron fechas clave de su lucha: el 6 de agosto de 2024 elevó su voz ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y entre marzo y agosto de 2025 insistió ante la UNP en la necesidad vital del refuerzo. Sin embargo, la respuesta fue un frío muro de negativas y dilaciones.

“El sistema que debería protegerme me dejó vulnerable”, señaló Triana tras el ataque, una crítica que resuena más allá de su caso particular. Ese blindaje, supuestamente asegurado, se mostró insuficiente frente a la precisión del ataque. El silencio institucional, mientras tanto, alimenta la incertidumbre sobre cuántas vidas más podrían estar en la cuerda floja.

Este atentado no solo sacude al congresista y a sus allegados, sino que plantea preguntas inquietantes sobre el rol y la eficacia de las autoridades encargadas de proteger a quienes se enfrentan a las amenazas derivadas del conflicto armado. ¿Por qué se desestimaron tantas señales de alarma? ¿Hasta qué punto la burocracia puede dilatar respuestas en medio de riesgos extremos? La ciudadanía observa con atención y aprensión.

Por ahora, Julio César Triana continúa entre la recuperación y la vigilia, mientras el país redobla su atención en un episodio que desnuda no solo la fragilidad individual frente a la violencia, sino el vacío institucional que permite que estas sombras persistan. ¿Cuántos otros “enemigos de la paz” aguardan sin protección real? La justicia, y la sociedad, enfrentan una asignatura pendiente más allá del disparo.

Comparte en tus redes sociales

0 0 Votos
Puntua este contenido
Suscribir
Notificar de
guest
0 Comentarios
Más antiguo
Lo más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios