📸 Imagen cortesía: Centro Democrático
¿Renuncia a la impunidad?
Este lunes 25 de agosto de 2025, el expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez tomó una decisión que rompe con la lógica habitual de la justicia: anunció ante el Tribunal Superior de Bogotá que renuncia a la prescripción en el proceso judicial por el que fue condenado a 12 años de prisión domiciliaria por fraude procesal y soborno en actuación penal.
Uribe, en una carta dirigida a la Sala Penal del Tribunal, sostiene con firmeza su inocencia y explica que no busca aprovecharse del beneficio de la prescripción, una figura legal que se activará el próximo 16 de octubre y que podría dejar sin efecto la acción penal si no hay una sentencia definitiva para entonces. “A pesar de que la ley me otorga un camino corto y sencillo para salir de este tortuoso proceso, no puedo aceptarlo, pues, aún con el peso de la injusta condena y estando mi libertad en juego, no puedo declinar el camino de la verdad”, escribe el líder político.
El expresidente se declara víctima de “las más viles calumnias” y demanda que su caso sea resuelto mediante un análisis profundo y sereno de las pruebas, sin atajos ni dilaciones. Su renuncia a la prescripción parece un llamado a la transparencia y a la seriedad en la justicia, en un país donde ese sistema ha sido por momentos cuestionado por la ciudadanía.
Hasta ahora, la prescripción representaba un posible escape legal para Uribe, que podría haberse librado de la condena por vencimiento de términos. Sin embargo, insiste en que esta figura “no puede privarle a la Sala de tener las condiciones materiales mínimas para proferir un fallo que, independientemente de su sentido, sea el resultado de un análisis sereno, ponderado e integral de la prueba”.
La decisión contrasta con la costumbre de muchos procesados de buscar salidas políticas o jurídicas rápidas para evitar condenas. ¿Es este acto un gesto de compromiso con la justicia o una estrategia para fortalecer su narrativa pública? La respuesta está en manos del tribunal, mientras tanto, la sociedad observa expectante.
El camino judicial de Álvaro Uribe, desde su condena hasta esta renuncia a la prescripción, sigue siendo un espejo donde se refleja el delicado equilibrio entre poder político, justicia y verdad en Colombia. ¿Podrá esta nueva fase del proceso despejar dudas o solo aumentará la polarización? Por ahora, el expresidente apuesta por enfrentar el juicio sin atajos, pero el futuro es incierto y la espera, dolorosa.