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[PARCEROS: MÁS ALLÁ DE UN SUEÑO]
Un futuro posible.
Este jueves 28 de agosto de 2025, en Medellín, 1.518 niños, niñas y jóvenes dijeron adiós a cinco meses de formación en los programas Parceros, Parceros Junior, Parceritos, Parceros Buen Comienzo y Parceras. Detrás de ese número están rostros, historias y ganas de salir adelante en territorios donde la amenaza del reclutamiento por parte de estructuras delincuenciales oprime con fuerza.
Medellín no es ajena a la sombra de la violencia que se cierne sobre sectores como Popular, Santa Cruz o el corregimiento San Cristóbal. La Secretaría de Seguridad y Convivencia, con sus rigurosos diagnósticos, identificó estas comunas como focos de presión criminal sobre la juventud. Para cultivar esperanza, la Alcaldía diseñó un recorrido profundo: cinco meses de formación integral que no solo enseñan oficios, sino que acompañan la reconstrucción de sueños y el pulso de una vida con propósito.
A lo largo del proceso, los jóvenes recibieron acompañamiento psicológico fundamental para enfrentar el peso de la calle y el temor. Se desarrollaron habilidades para la vida, se ofreció capacitación técnica en barbería, mecánica de motos, maquillaje y logística, y se abrieron puertas a becas en teatro, música, psicología y sistemas, en alianza con instituciones académicas y culturales locales. Más de 800 jóvenes depositaron en sus manos herramientas concretas para construir su camino.
En la ceremonia, el alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga fue claro: “Mientras unos quieren llevarlos a la ilegalidad, nosotros les damos herramientas para que sueñen con un futuro diferente.” Su mensaje retumba al recordar que no se trata simplemente de pagar para que no dañen, sino de sembrar condiciones para un cambio verdadero y sostenible.
La formación de Parceros no es una cifra más en estadísticas oficialistas. Es una apuesta por virar la trayectoria de miles de vidas expuestas al riesgo; un intento sostenido por transformar situaciones estructurales que durante décadas han cerrado caminos y dejado vacío el futuro de la juventud. ¿Será posible comprobar que estas alternativas sostienen en el tiempo la decisión de miles de jóvenes por la vida y la paz? La pregunta queda en el aire, mientras en barrios vulnerables empieza a germinar una esperanza, a veces invisible, pero imprescindible.