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Un adiós en la noche de La Aguacatala
La noche del domingo 31 de agosto de 2025 encendió de dolor las calles de Medellín. Un motociclista de 44 años encontró en la Avenida 80 con calle 10 sur, en el sector de La Aguacatala, su último tramo de vida tras ser arrollado por un vehículo que, en un acto de cobardía, huyó sin mirar atrás.
El conductor del automóvil, al instante del impacto, emprendió la fuga, dejando tras de sí un vacío y preguntas urgentes. Sin embargo, la voz colectiva de la comunidad no permaneció en silencio. Gracias a una denuncia ciudadana activada desde la línea 123, un sistema de cámaras con reconocimiento de placas (LPR) y la pronta respuesta de la Secretaría de Movilidad, el vehículo fue rastreado hasta Envigado, donde fue inmovilizado. El dueño del automóvil ahora enfrenta el peso de la justicia.
Este trágico episodio ocurre en un contexto preocupante: 2025 suma ya 55 casos de abandonos tras siniestros viales, de los cuales 28 han sido aclarados. Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, reafirmó su compromiso con la vida: “La vida es lo primero. Aquí se investiga, se actúa y se responde”, declaró, subrayando la intolerancia municipal hacia la impunidad.
Mientras las autoridades afinan la investigación para esclarecer las circunstancias que rodearon el accidente y establecer las responsabilidades legales, queda sobre la ciudad una pregunta suspendida en el aire: ¿Cuántas vidas más deberán perderse para que el respeto y la responsabilidad en las vías prevalezcan? Porque, en Medellín, la urgencia no es solo encontrar culpables, sino preservar el valor más preciado de la convivencia humana: la vida.
Así, a la sombra de aquella noche fatídica, la ciudad se enfrenta a su reto pendiente, entre la indignación y la esperanza, bajo la mirada de quienes saben que cada vida cuenta y que el silencio no puede ser cómplice.