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[TRIUNFO Y GLORIA EN EL METROPOLITANO]
Una ovación imborrable.
Barranquilla, 4 de septiembre de 2025. La Selección Colombia no solo selló con un contundente 3-0 su victoria ante Bolivia, sino que vivió un momento cargado de emociones y simbolismos en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez. A sus 39 años, Dayro Moreno, veterano y leyenda viva del fútbol colombiano, regresó al ruedo tras nueve años de ausencia en la tricolor. Su reaparición no fue solo un guiño al pasado, sino un reconocimiento palpable de que la historia aún puede escribirse sobre el césped.
Fue en el minuto 81 cuando el técnico Néstor Lorenzo cedió ante el clamor de más de 45.000 almas que vibraban en el estadio. Moreno ingresó en sustitución de Jhon Córdoba, goleador histórico y figura del momento, encendiendo un rugido que trascendió más allá de las gradas, alcanzando la transmisión televisiva y el corazón de la hinchada. “Ha sido una noche inolvidable, la hinchada siempre me ha apoyado y hoy vivir esto en el Metro es lo máximo”, confesó emocionado Moreno a la prensa, en un instante que sintetiza la unión entre jugador y pueblo.
En los escasos minutos sobre el campo, el delantero no buscó brillo personal, sino alimentar el juego colectivo, respaldar a sus compañeros y contagiar ánimo, aunque el gol no llegó a su cuenta. Fue espectador privilegiado del tercer gol colombiano, obra de Juan Fernando Quintero, mientras se asentaba esa nueva página que Colombia quería escribir: la certeza de su regreso a la Copa Mundial de la FIFA 2026.
Más que un cambio táctico, la inclusión de Moreno significó un tributo a su vigencia y desempeño sobresaliente con el Once Caldas, donde acumula 23 goles en el año, una cifra que desafía su edad y demuestra que la pasión y el talento no entienden de calendarios. Este instante también se enmarca en la celebración colectiva de un país que se ha ganado un lugar en la élite futbolística mundial, cerrando con broche de oro un camino lleno de desafíos y esperanzas.
Así, la noche en Barranquilla no solo registró un marcador favorable, sino el reencuentro con una historia viva, la emoción de la revalidación y el eco de una hinchada que sigue soñando. ¿Podrá este círculo virtuoso abrir nuevas puertas para el fútbol colombiano en el horizonte mundial? La cancha y el tiempo tendrán la última palabra.