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**Violencia en el Oriente antioqueño: secuestro, asesinatos y miedo que no cesa**
En la calma aparente del Oriente de Antioquia, la sombra de la violencia se extiende con una crudeza que inquieta a sus habitantes. Entre el 7 y el 8 de septiembre de 2025, los municipios de Marinilla y El Peñol fueron escenario de hechos que dejaron una huella trágica y un creciente temor colectivo.
Sebastián López Jaramillo, conocido como ‘Cáncer’, hombre con prontuario judicial y vinculado a estructuras criminales, fue secuestrado en Marinilla por sujetos que simulaban ser policías. Horas más tarde, su cuerpo apareció en una zona rural de El Peñol, marcado por heridas de bala que revelan un final brutal. Este secuestro y homicidio no son hechos aislados; se enmarcan en conflictos protagonizados por el Clan del Golfo y la organización delincuencial ‘El Mesa’, dos grupos que pugnan por el dominio de territorios estratégicos en la región.

Mientras tanto, en la autopista Medellín–Bogotá, el atentado contra dos motociclistas agravó el ambiente de violencia. Interceptados por desconocidos que los esperaban en otro vehículo, los hombres recibieron disparos que segaron una vida en el acto y otra durante el traslado hospitalario. En el lugar, la policía encontró una bolsa con drogas, lo que apunta a un posible ajuste de cuentas relacionado con el microtráfico, un cáncer que continúa infectando esta arteria vial.
Andrés Julián Rendón, gobernador de Antioquia, no ocultó su preocupación. Recordó que la presencia permanente del Clan del Golfo y ‘El Mesa’ mantiene en vilo tanto a las autoridades como a la comunidad, quienes observan con creciente inquietud cómo la violencia erosiona la cotidianidad y la seguridad. La disputa entre estas estructuras no solo persiste, sino que parece intensificarse, dejando un vacío de tranquilidad difícil de llenar.
Este lunes, mientras las investigaciones avanzan, una pregunta se cierne sobre el Oriente antioqueño: ¿podrá la región romper el ciclo de violencia que persiste y recuperar la paz que sus calles y hogares reclaman? El dolor es palpable, pero la esperanza también lo es, aunque teñida de incertidumbre.