📸 Cortesía: Colombia Travel
¿El Pacífico en danza?
Este julio de 2025, el litoral del Chocó despierta a un ritual ancestral. Nuquí, Bahía Solano y el Golfo de Tribugá se preparan para el regreso de miles de colosos marinos: las ballenas jorobadas.
Cada año, estas gigantes viajeras cruzan más de 8,000 kilómetros desde la Antártida hasta las cálidas aguas del Pacífico colombiano. Entre julio y octubre, se entregan al ciclo de la vida: apareamiento, parto y cuidado de sus crías en un escenario que, aunque natural, exige respeto y equilibrio.
El turismo comunitario encuentra aquí su pulso más vibrante. Los visitantes nacionales e internacionales arriban atraídos por un espectáculo que combina fuerza y belleza en saltos y coletazos magníficos. Los meses de agosto y septiembre concentran la mayor afluencia, cuando la danza de las ballenas marca el ritmo de la costa.
Sin embargo, tras esta conmoción visual hay un imperativo ambiental que no permite excepciones. Las autoridades y guardianas del ecosistema recuerdan: la cercanía no debe ser menor a 100 metros, ni 50 para delfines. Las embarcaciones cambian su galope a menos de 9 kilómetros por hora, y el silencio se impone, evitando sonidos estridentes y cualquier intento de alimentar o perturbar a los animales.
Este equilibrio delicado pretende proteger a estas especies emblemáticas y sus frágiles ecosistemas, evitando que la fascinación humana se convierta en amenaza. La temporada se convierte así en un cónclave natural donde la conservación, la economía local y el encuentro humano con la biodiversidad se entrelazan.
Mientras el Pacífico celebra su retorno, queda la pregunta: ¿seremos capaces de contemplar este milagro sin romper el hechizo del respeto? La esperanza es que la magia de las ballenas jorobadas mantenga intacta su esencia, para que el litoral del Chocó siga siendo refugio, hogar y faro de vida.