Gobierno insiste: vuelve el glifosato

📸 Imagen cortesía: Imagen creada con IA. Imagen de referencia
¿Glifosato, la sombra que vuelve sobre los cultivos de coca?

Este miércoles 10 de abril de 2024, el Gobierno colombiano anunció un giro en su política antidroga: busca reactivar el uso del glifosato para erradicar cultivos ilícitos de coca, a pesar de la polémica que persiste desde hace años sobre sus riesgos ambientales y para la salud.

Tras casi una década de suspensión, la ministra de Defensa, Pedro Arnulfo Sánchez, confirmó que desde abril de 2025 se han iniciado procesos contractuales para adquirir glifosato y reactivar la erradicación terrestre, liderada por la Policía Antinarcóticos en regiones como Bolívar, Putumayo, Antioquia y Córdoba. Sin embargo, el Gobierno apunta a la Corte Constitucional para que emita una “sentencia interpretativa” que permita retomar las fumigaciones aéreas, suspendidas desde 2015 por cuestionamientos vinculados a alertas de la Organización Mundial de la Salud que señalan posibles efectos cancerígenos y daños al ecosistema. Por ahora, la erradicación con glifosato se limitará a cultivos de menos de 1,5 hectáreas y con la esperanza de contar con la “aceptación voluntaria” de los campesinos afectados, combinándola con la erradicación manual.

Este inesperado cambio contrasta con las promesas iniciales del presidente Gustavo Petro, que buscaba un enfoque más sostenible y menos dependiente de herbicidas controvertidos. Sin embargo, el Ministerio defiende esta decisión frente al aumento alarmante del narcocultivo, estimado por Naciones Unidas en 253.000 hectáreas, y el recrudecimiento de la violencia armada protagonizada por grupos como el ELN. “Esperamos, ojalá, que funcione tan bien la sustitución que no sea necesario emplear este método”, expresó Sánchez el 9 de abril, entre la incertidumbre sobre los efectos que provocará esta medida.

Detrás del retorno al glifosato, hay una tensión palpable: la urgencia de resultados inmediatos frente a un problema estructural que se resiste a soluciones simples. ¿Será esta suspensión de las aspersiones aéreas una negociación con la justicia, una estrategia para escalar la lucha antidrogas o un signo de frustración ante la persistencia del narcotráfico? Mientras tanto, las voces que alertan sobre el impacto en la salud de comunidades vulnerables y el medio ambiente siguen alzándose, cuestionando si la erradicación por la vía química es el camino correcto o si Colombia se adentra nuevamente en un ciclo donde la esperanza se mezcla con la sombra del glifosato. ¿Podrá el Estado equilibrar la necesidad de seguridad con el respeto por la vida que las aspersiones amenazan? La respuesta persiste en el aire, pendiente de la corte y de futuras políticas que definan el rumbo en esta compleja batalla.

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