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Biodiversidad en vilo: un llamado desde el Valle de Aburrá
Este jueves 11 de septiembre, Colombia dejó entrever su alma natural al celebrar el Día Nacional de la Biodiversidad. En un país que se jacta de su riqueza biológica única, el Valle de Aburrá —uno de sus pulmones verdes— sirvió de escenario para renovar un compromiso que parece urgente: proteger sus ecosistemas ante amenazas que no cesan.
La jornada, dedicada a honrar a José Celestino Mutis —explorador y sabio cuya partida un 11 de septiembre de 1808 aún resuena— no es solo un calendario más. Desde 1808 hasta hoy, su legado inspira a científicos y ciudadanos que, con paciencia y empeño, identifican y resguardan la vida silvestre que supera las 79.800 especies registradas oficialmente, como informa el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB Colombia). Este inventario creciente es una silenciosa batalla contra la pérdida y el olvido.
En el corazón del Valle de Aburrá, la acción concreta tiene rostro y cifras: 700.000 árboles que abrazan la ciudad, 900 especies que narran historias verdes, y 144 corredores ecológicos que intentan conectar fragmentos de un paisaje cada vez más fragmentado. Seis áreas protegidas bajo el paraguas del Sistema Metropolitano de Áreas Protegidas (SIMAP) son refugios donde la vida espera no ser perturbada.
Pero no todo es esperanza sin sombra. El Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre (CAVR) es testigo cotidiano de la fragilidad: desde su apertura en 2024 ha recibido 22.300 animales. El 85 % llegan por emergencias ambientales —consecuencia directa de una naturaleza puesta al límite— y el 15 % por tráfico ilegal, un cáncer que devasta la fauna nativa y que, a pesar de las advertencias, persiste en las entrañas del territorio.
Alejandro Vásquez Campuzano, subdirector ambiental, expresó con firmeza: “Cada acción individual y colectiva cuenta”. Es una plegaria y un llamado, como si esas manos invisible que sostienen el ambiente imploraran por solidaridad y compromiso. ¿Cómo proteger esa biodiversidad si no es desde la conciencia y el esfuerzo compartido?
Este 11 de septiembre, el Valle de Aburrá no solo recordó a Mutis, sino que puso en evidencia la tensión entre el despliegue natural y las presiones humanas. La biodiversidad, majestuosa pero vulnerable, guarda en su frágil equilibrio la historia del país. ¿Será capaz la sociedad de revertir las sombras que la acechan? La respuesta se juega hoy, bajo el ramaje de esos 700.000 árboles que todavía susurran vida.