más de 43.000 estudiantes se matricularon en 2025-2 con programas de Sapiencia

📸 Imagen cortesía Alcaldía de Medellín
[ÂżEducaciĂłn para todos?]

Este segundo semestre de 2025, Medellín vuelve a abrir sus puertas a la esperanza de más de 43.800 jóvenes ansiosos por aprender.

En la ciudad emblemática de Antioquia, las instituciones universitarias adscritas al Distrito registraron una inscripción sin precedentes. El Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM), la Institución Universitaria Pascual Bravo y el Colegio Mayor de Antioquia dieron la bienvenida a miles de nuevos estudiantes, impulsados por la Agencia de Educación Postsecundaria Sapiencia y su programa Matrícula Cero, una iniciativa que ha redefinido el acceso a la educación superior pública.

El ITM, con sus puertas abiertas a 28.107 alumnos, se consolidó como la institución con mayor matrícula, escoltada por Pascual Bravo, que registró 9.931 jóvenes, y el Colegio Mayor de Antioquia con 5.763 estudiantes. Carreras como Desarrollo de Software, Gestión Administrativa y Contaduría Pública encabezan la preferencia entre los aspirantes al ITM; en Pascual Bravo la Ingeniería de Software, el Desarrollo de Software y la Ingeniería Administrativa batallan por atraer a más de 2.000 nuevos estudiantes; y en el Colmayor, campos tan diversos como la Bacteriología, la Arquitectura, la Gastronomía Culinaria y las Construcciones Civiles fueron los ejes de atracción.

Este notable incremento no es casualidad. Nace de una estrategia institucional conjunto entre la Alcaldía de Medellín y Sapiencia, cuyo objetivo es claro: ampliar la cobertura educativa, asegurar que los estudiantes permanezcan en sus estudios y, en última instancia, facilitar la movilidad social en una ciudad marcada por desigualdades persistentes. Salomón Cruz Zirene, director de Sapiencia, no oculta su orgullo al revelar que esperan llegar a 58.000 beneficiarios al cierre del año, con una inversión que supera los 45.000 millones de pesos. ¿La clave? El programa Matrícula Cero, que elimina la barrera económica para miles de jóvenes en situación vulnerable, garantizando no solo la matrícula sino también la manutención.

Sin embargo, detrás de estas cifras que celebran un avance, persisten interrogantes sobre la calidad, la equidad profunda y la sostenibilidad de estas políticas públicas. ¿Podrá realmente esta revolución educativa transformar vidas y relevar generaciones? ¿Es esta la educación que Medellín sueña para su futuro?

Mientras la ciudad pisa fuerte en el camino hacia una educación más inclusiva, el reto de consolidar estos logros queda abierto, esperando que las decisiones institucionales mantengan el compromiso más allá de los números y que, efectivamente, las aulas no solo se llenen, sino que también se conviertan en espacios de verdadero aprendizaje y progreso social.

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