📸 Imagen cortesía
En Colombia, sacar una licencia de conducción ya no será lo mismo. Hasta hace unas semanas, bastaba con cumplir las horas de clase en una escuela de conducción y aprobar sus pruebas internas. Pero desde ahora, todo el que quiera obtener el documento por primera vez o recategorizarlo tendrá que pasar por un nuevo filtro: presentar un examen teórico y otro práctico en los llamados Centros de Apoyo Logístico y Evaluación (Cale).
La noticia sorprendió a miles de ciudadanos que estaban en proceso de trámite. Y no es para menos: el cambio trae consigo costos adicionales que golpean el bolsillo. El examen teórico tendrá un valor de $108.000, mientras que el práctico costará entre $425.000 y $485.000 para motociclistas, y entre $502.000 y $582.000 para conductores de carro particular o camioneta. Todo esto, por fuera de la escuela de conducción.
La razón de fondo es seria: la accidentalidad vial se ha convertido en una de las principales causas de muerte violenta en el país. Los motociclistas encabezan las estadísticas y las autoridades aseguran que un examen práctico, que hasta ahora no era obligatorio, permitirá garantizar que quienes reciben la licencia realmente tengan la destreza suficiente para manejar.
Los Cale serán, en un inicio, universidades públicas certificadas por el Ministerio de Transporte. Sin embargo, si estas no logran asumir la tarea, podrán hacerlo entidades privadas o mixtas con permisos de hasta 20 años. El negocio es millonario: solo el año pasado se expidieron cerca de 960.000 licencias, lo que en cifras actuales representaría más de 512.000 millones de pesos al año.
Detrás de la operación tecnológica estará el Sicov, la plataforma de control que usará la Supertransporte. Su nombre no es ajeno a la polémica: el empresario Euclides Torres, salpicado en el escándalo de Nicolás Petro y la financiación de la campaña presidencial de 2022, es el hombre detrás del sistema. Cada examen, teórico o práctico, pagará una tarifa que terminará en esa plataforma.
El anuncio ya genera debate. Para algunos, es un avance necesario en seguridad vial. Para otros, un nuevo negocio con costo directo para los colombianos. Lo cierto es que, en cuestión de meses, los primeros Cale empezarán a funcionar y el camino para conducir en el país será más largo, más estricto… y más caro.