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¿Quién vigila Medellín?
Este viernes 12 de septiembre de 2025, en el barrio Buenos Aires de Medellín, 480 uniformados fueron presentados en escena. La fuerza: 350 soldados del Ejército Nacional y 130 policías especializados. El escenario: el Batallón de Infantería n.° 10 Atanasio Girardot-Bomboná. El motivo: un contundente refuerzo de seguridad tras la serie de atentados que sacudieron la ciudad.
Las luces se encendieron luego de que una torre de energía cayera bajo las explosiones en Loreto, un ataque que no solo alarmó a los ciudadanos, sino que también dañó la infraestructura de EPM, símbolo vital para el suministro eléctrico regional. Era inevitable: la amenaza del frente 36 de las disidencias de las Farc demandaba acción inmediata.
La voz que convocó fue la del alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga, con el respaldo firme de la Alcaldía de Medellín, el Gobierno departamental y las autoridades nacionales. La respuesta, clara y decidida: fortalecer el control territorial, elevar la inteligencia y maximizar la capacidad de reacción de la Fuerza Pública. Así, bajo una misma bandera, convergieron tropas de la PM4, Fuerzas Especiales y Despliegue Rápido del Ejército, junto a policías especializados del Bloque de Búsqueda, GOES, Gaula, Sipol, Sijín y Dijín.
“La mejor forma de cuidarnos es neutralizando la amenaza terrorista… Esa estructura del frente 36 de las Farc tiene que ser desmantelada por completo. Medellín no puede ser guarida de criminales, vamos a seguir combatiendo”, proclamó Gutiérrez Zuluaga, dejando clara la urgencia y determinación que mueve esta movilización.
En términos prácticos, la ofensiva se traduce en patrullajes conjuntos que no cesan, operativos en zonas urbanas y rurales, puestos de control activos las 24 horas en las principales vías, allanamientos, requisas y la implementación de planes Avispa, ese instrumento que busca cercar a las estructuras criminales dondequiera que intenten anidarse.
No es solo un despliegue de fuerza. Es también un mensaje: en Medellín, la seguridad reclama vigilancia constante y coordinación implacable. Sin embargo, la pregunta queda flotando en el aire: ¿podrá esta estrategia contener la creciente sofisticación de un enemigo que opera a la sombra? Por ahora, la ciudadanía espera, con ojos atentos, que la sombra del terrorismo no vuelva a ensombrecer sus calles.