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El futuro de TikTok en Estados Unidos: ¿un control local o un espejismo de soberanía?
Un giro inesperado se perfiló el lunes 15 de septiembre de 2025, cuando Washington y Pekín anunciaron avances decisivos que podrían transformar la presencia de TikTok en suelo estadounidense. Más de 170 millones de usuarios, atrapados en la encrucijada de la geopolítica digital, esperan la concreción de un acuerdo que permitiría a Oracle y a un consorcio de inversores estadounidenses tomar las riendas de las operaciones locales de la red social.
La negociación, que se extendió por meses entre tensiones palpables y amenazas de prohibición, es fruto de una ley aprobada en 2024 destinada a limitar la influencia extranjera en plataformas estratégicas de redes sociales. ByteDance, matriz china de TikTok, se vio forzada a desinvertir para evitar un veto. En la madrugada de dos días de diálogo en Madrid, representantes de Estados Unidos y China establecieron un marco jurídico y operativo para ceder el control de TikTok en Estados Unidos a esta nueva entidad.
Oracle Corporation pasaría a liderar, junto con Andreessen Horowitz y Silver Lake Management, el consorcio que administrará la red social localmente. No solo como accionista mayoritario, sino también como custodio principal de la infraestructura en la nube que aloja los datos de usuarios, reforzando la seguridad informática tan cuestionada estos años. Se trata de un cambio que intenta mitigar la incertidumbre sobre la privacidad y el manejo de información sensible bajo la lupa de la seguridad nacional.
Pero la supervisión de Oracle no se limita al almacenamiento: el algoritmo de recomendación, el núcleo que impulsa el éxito y la influencia de TikTok, también quedará bajo su gestión y supervisión estadounidense. Aunque China conservará ciertos derechos de propiedad intelectual, el modelo técnico replicate el ya probado «Proyecto Texas» iniciado en 2022, que buscaba resguardar los datos en servidores locales en Texas para evitar fugas o accesos no autorizados desde China.
El futuro inmediato de TikTok en Estados Unidos se presenta así cargado de interrogantes: ¿será suficiente la medida para disipar las dudas sobre la influencia extranjera? ¿Lograrán los usuarios un espacio digital verdaderamente autónomo? Mientras los responsables afinan los términos, la incertidumbre se mantiene, revelando las complejidades de un mundo digital atravesado por tensiones políticas y económicas. El 2025 podría marcar un precedente en cómo las grandes potencias negocian el control de las plataformas que definen nuestra vida conectada. ¿Podrá esta nueva etapa restaurar la confianza o solo maquillará viejos temores?