📸 Imagen cortesía: Cuenta de X Jorge Glas
[¿Dos patrias, una condena?]
En la trama judicial de Jorge Glas, la nacionalidad parece ser un nuevo campo de batalla.
Este 16 de septiembre de 2025, Colombia concedió la ciudadanía a Glas, exvicepresidente de Ecuador y figura emblemática de la lucha anticorrupción y la controversia política en su país. Sin embargo, mientras Glas permanece recluido en la cárcel La Roca de Guayaquil cumpliendo condenas por corrupción, el cerco legal no cede ni se diluye con este reconocimiento extranjero.
Jorge Glas, que fue vicepresidente entre 2013 y 2017, carga sobre sus hombros más de seis años de prisión. Su historial judicial incluye sentencias por asociación ilícita en el caso Odebrecht, cohecho en el caso Sobornos y irregularidades en la adjudicación del campo petrolero Singue. En junio de 2025, un tribunal le impuso otra condena de 13 años por peculado relacionado con la reconstrucción de Manabí tras el devastador terremoto de 2016. Estas sentencias reflejan no solo un expediente judicial, sino el desgaste institucional y político que su figura ha provocado en Ecuador.
Desde Bogotá, el presidente Gustavo Petro hizo público el otorgamiento de la nacionalidad colombiana a Glas y solicitó su entrega a Ecuador, un mensaje que luego fue borrado de la red social X, dejando un rastro de preguntas: ¿fue un gesto diplomático o una provocación? Mientras tanto, Quito mantiene una postura firme. La Cancillería aclaró que no ha recibido documentación oficial que certifique la doble nacionalidad y enfatizó que las condenas en Ecuador permanecen vigentes, sin que la obtención de otra ciudadanía modifique su estatus legal ni el proceso en curso.
La tensión entre ambos países no es nueva. Estalló con fuerza en abril de 2024, cuando Glas fue capturado violentamente en la Embajada de México en Quito, donde buscaba asilo. Este episodio no solo truncó la protección diplomática que le brindaba México, sino que también provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países y avivó el debate internacional sobre la garantía a los derechos humanos de prisioneros políticos o de alta connotación pública.
En este entramado, ¿qué significa que un condenado por corrupción pueda ser reconocido por un país vecino mientras cumple sentencia? ¿Cambiará esto su situación jurídica, o será solo un nuevo capítulo en la disputa política y diplomática que rodea a Jorge Glas? La ciudadanía colombiana otorgada es un gesto cargado de simbolismos, pero el vacío legal y la firmeza de la legislación ecuatoriana parecen apuntar a una continuidad del encierro judicial. La incertidumbre persiste, y con ella, el eco de preguntas sobre justicia, soberanía y derechos.
¿Podrá esta doble nacionalidad abrir un nuevo camino para Glas, o apenas añadirá una capa más a su ya complejo legado judicial y político? Mientras tanto, la cárcel La Roca —su prisión y escenario último— espera, implacable e inamovible.