¡Qué descaro! Explotaban a menores para la mendicidad en Medellín

📸 Imagen cortesía Secretaría de Seguridad de Medellín
¿Madres fachada en la sombra de Medellín?

En la madrugada del jueves 11 de septiembre de 2025, Medellín destapó una sombra que se ocultaba en sus zonas más vibrantes. La Policía Metropolitana y la Fiscalía General de la Nación lograron desmantelar una red de explotación infantil que había convertido la mendicidad en un negocio despiadado.

Durante más de diez meses, las autoridades tejieron una investigación minuciosa para sacar a la luz una trama que usaba a los más vulnerables: menores de edad, en su mayoría de la comunidad indígena Embera Katío. Bebés de apenas un mes y niños hasta de cinco años eran incorporados a “familias fachada” que recorrían El Poblado, Provenza y el Parque Lleras, lugares emblemáticos para el turismo en la ciudad. Carteles en inglés, llantos y gestos inocentes se usaban para conmover a los visitantes extranjeros y exigir donaciones. Sin embargo, lo que llegaba en leche, pañales, alimentos y medicinas no terminaba en manos de estos niños, sino que era vendido en negocios locales, alimentando un circuito criminal que recauda cerca de 180 millones de pesos cada mes.

El brigadier general William Castaño Ramos, comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, no ocultó el orgullo ni el compromiso: “Durante 10 meses, mujeres y hombres de la Policía trabajaron con compromiso y disciplina en esta operación que permitió desmantelar una estructura dedicada al uso de menores de edad instrumentalizándolos para la mendicidad”.

Bajo el nombre de “La cara oculta de la caridad”, el operativo penetró la calle 10 y los barrios Carpinelo, Santa Cruz y Boston, puntos neurálgicos para turistas y para la explotación enmascarada. El trabajo incluyó interceptaciones telefónicas, agentes infiltrados, entrevistas y acciones judiciales que permitieron capturar a siete personas, seis de ellas venezolanas, sindicadas de concierto para delinquir y explotación de menores.

Sin embargo, esta detención no cierra el capítulo. Más de 900 casos figuran ya en los registros de la Policía de Infancia y Adolescencia, indicando un problema estructural que demanda mayor vigilancia y reformas. La pregunta persiste en el aire de las calles: ¿cuánto más tendrá que ocultarse bajo la superficie de la caridad y cuántos niños seguirán siendo usados como espejismos para lucrar?

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