Lamentan el asesinato de un personal del hospital de Frontino

📸 Imagen cortesía D.R.A
¿Un grito silenciado en Frontino?

Este jueves 26 de septiembre, en la madrugada, Frontino, un tranquilo municipio del occidente de Antioquia, despertó con una noticia que encendió la consternación y la tristeza: el asesinato de Ricardo León Cuartas Bolívar, un hombre de 68 años, técnico en rayos X del hospital María Antonia Toro Elejalde.

Al filo de las 12:10 a.m., un hombre en estado de exaltación irrumpió en el hospital. Luis Alberto Rojas Hurtado, de 33 años, armado con un cuchillo, buscaba desesperadamente a unos menores de edad que no estaban en el centro asistencial. La tensión se palpó en el aire mientras amenazaba al personal médico. Tras no encontrar a los jóvenes, salió del hospital, pero la ira aún no cesaba.

Ricardo León, vecino del hospital, escuchó alarmas y corrió hacia el estacionamiento. Allí encontró a Rojas Hurtado dañando su vehículo. Al intentar frenar la agresión, Cuartas recibió múltiples puñaladas que lo dejaron gravemente herido. El intento de defensa se convirtió en tragedia.

Fue llevado primero al hospital San Juan de Dios de Santa Fe de Antioquia y luego trasladado de urgencia al Pablo Tobón Uribe de Medellín, donde murió en medio de una cirugía de emergencia. Su lucha terminó, pero el vacío es inmenso.

Las autoridades no tardaron en actuar. Capturaron a Rojas Hurtado con el arma homicida aún en mano. Él será judicializado por homicidio agravado mientras Frontino llora la pérdida y enfrenta un día sin servicios ambulatorios ni consultas externas, suspendidos como muestra de respeto y recogimiento.

Diego Fernando Goez, gerente del hospital, expresó su profundo dolor y la difícil realidad de un espacio que debería ser refugio y que, sin embargo, fue escenario de violencia. La pregunta inevitable permanece en el aire: ¿qué desencadenó esta cadena de hechos? La impotencia y la incertidumbre se mezclan con una comunidad que ahora se pregunta si podrá volver a sentirse segura en su propio hospital.

Así, en la oscuridad de aquella noche, un grito quedó silenciado. Y en Frontino, la calma no volverá pronto. ¿Podrá la justicia, al menos, esclarecer este acto que erosionó la confianza y dejó tras de sí el vacío de una vida truncada?

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