📸 Imagen cortesía Colprensa
[ESTRÉS EN LA CIUDAD: ENTRE PROTESTAS Y ALERTAS]
Este martes 7 de octubre de 2025, Bogotá se vio sacudida por una alerta de la Embajada de Estados Unidos, que prende las alarmas en medio de un ambiente social tenso.
Las calles aledañas a la sede diplomática se convirtieron en escenario de protestas mayormente propalestinas, convocadas para conmemorar el segundo aniversario de los ataques de Hamás contra Israel. La misión estadounidense lanzó una advertencia clara: existe un riesgo palpable de violencia, y pidió a sus ciudadanos evitar concentraciones y transitar por esas zonas. En su comunicado, la embajada alertó que “las protestas podrían extenderse hasta altas horas de la noche y tienen el potencial de tornarse violentas”, así como recomendó mantener un perfil discreto, no portar objetos de valor y estar pendientes de las indicaciones locales.
La respuesta institucional se tradujo en la suspensión de servicios consulares desde el mediodía y la reducción del personal, ante las dificultades para el acceso y transporte que se presentaron en la ciudad. Paralelamente, la embajada elevó al Gobierno colombiano una solicitud urgente para reforzar la seguridad en torno a su sede y otras propiedades estadounidenses, recordando episodios de interrupciones y violencia en manifestaciones anteriores que han dejado huella en la ciudad.
En este escenario se inscribe la reacción del presidente Gustavo Petro, quien, sin desconocer los riesgos existentes, reafirmó su compromiso con la protección diplomática. Al mismo tiempo subrayó la necesidad de respetar los derechos constitucionales de reunión y expresión, advirtiendo sobre la delgada línea que debe recorrerse para garantizar la convivencia pacífica en tiempos de conflicto global.
Así, Bogotá enfrenta una nueva prueba: equilibrar la seguridad y el orden con las legítimas demandas de manifestantes que, desde sus calles, expresan también preocupaciones y solidaridades ante un conflicto lejano pero profundamente sentido. En medio de este cruce, la pregunta permanece sin respuesta definitiva: ¿cómo proteger a los ciudadanos y diplomáticos sin erosionar los cimientos mismos de la democracia y la protesta social?
Mientras la noche se cierne sobre la capital, la mirada colectiva se mantiene vigilante, entre el temor, la esperanza y la incertidumbre.
