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¿Control o juego de influencias en Bogotá?
Este miércoles 1 de octubre de 2025, la ciudad se encuentra en vilo frente a la elección del nuevo contralor distrital, una designación que abrirá el compás del control fiscal en Bogotá para el periodo 2026-2029.
La carrera hacia la Contraloría avanza con la presentación de la terna de aspirantes seleccionados tras una dura prueba de conocimiento aplicada por la Universidad de Cartagena, convocada bajo la Resolución 762 de 2025 por el Concejo de Bogotá. Este listado definitivo, revelado el 25 de septiembre, debería dar paso al nombramiento final en noviembre de 2025, según el cronograma oficial. Sin embargo, la tensión política y las sospechas ensombrecen un proceso que se prometía transparente y meritorio.
Entre los candidatos que encabezan la preferencia aparece Juan Camilo Zuluaga, señalado no solo por su alto puntaje sino también por su cercanía con el excontralor general Carlos Hernán Rodríguez, bajo cuya sombra se ha alzado una polémica: denuncias de uso de inteligencia artificial para editar publicaciones que habrían reforzado su imagen en el proceso, una acusación que ha puesto en entredicho la legitimidad del concurso y que fue ventilada por el periodista Daniel Coronell. A su lado figuran Juan Carlos Gualdrón y Andrés Rojas, aspirantes respaldados con fuerza por la actual administración distrital y potentes alianzas políticas que entusiasman y preocupan a partes iguales.
Si bien el reglamento busca blindar la elección, se han destapado vínculos que cuestionan la independencia del futuro contralor. La reciente investigación periodística recuerda que algunos familiares directos de concejales involucrados en la votación ocupan cargos en la Contraloría General o dependencias relacionadas, un cruce que provoca alarma frente a posibles conflictos de interés y compromete la percepción de imparcialidad. Por ejemplo, el caso de ediles como Ricardo Corre, cuyos hermanos o cónyuges están ligados a la estructura fiscalizadora, abre un interrogante sobre la integridad del proceso y los equilibrios de poder en el Distrito.
¿Podrá la elección escapar de las redes políticas tejidas tras bambalinas? La ciudadanía observa con atención y escepticismo mientras noviembre se acerca, a la espera de que el control fiscal no se convierta en un botín más dentro del tablero político de Bogotá. El futuro contralor tendrá la difícil tarea de devolver confianza en un escenario marcado por la incertidumbre y el suspenso.
¿Serán estas sombras las que definirán el rumbo del control fiscal capitalino? El tiempo, y la ciudadanía, no dejarán que la verdad quede en silencio.