📸 Imagen cortesía D.R.A
¿Un Nobel a contracorriente?
Este viernes 10 de octubre de 2025, Colombia despertó con una polémica que volvió a agitar su frágil escenario político. Daniel Quintero, exalcalde de Medellín y precandidato presidencial, encendió las redes sociales al afirmar que el Premio Nobel de Paz debería haber sido otorgado al presidente Gustavo Petro, y no a María Corina Machado, la opositora venezolana reconocida recientemente con esta distinción.
La controversia surgió en una publicación en la cuenta de X de Quintero, donde defendió que Petro merecía el galardón por “su lucha mundial contra el genocidio en Gaza y sus esfuerzos por la paz en Colombia”. Su mensaje llegó justo en un momento delicado: mientras Colombia enfrenta un aumento preocupante en la violencia, las masacres y la inseguridad que parecen no dar tregua.
El Nobel otorgado a Machado ha simbolizado la resistencia civil frente al autoritarismo y la persecución en Venezuela, resaltando una lucha pacífica que tiene eco en toda América Latina. Pero para Quintero, Petro ha sido un líder capaz de poner sobre la mesa internacional las causas humanitarias y pacifistas de la región. “Petro logró visibilizar estas causas en el escenario internacional como pocos líderes latinoamericanos”, sostuvo el exalcalde, reforzando su argumento frente a una audiencia polarizada.
Las reacciones no tardaron en llegar, y con ellas, el rechazo vehemente de voces críticas al Gobierno. Vicky Dávila, periodista y también precandidata presidencial, calificó la postura de Quintero como “delirante”. Desde su mirada, la realidad colombiana, marcada por la violencia endémica, el narcotráfico desbordado y la la impunidad frente a los grupos armados, es incompatible con la imagen de un presidente que merezca la máxima distinción mundial por la paz. “A Petro nadie lo va a premiar por guardar silencio ante crímenes de narcos… Nadamos en coca y cocaína. Aquí se nos mueren los niños de hambre o por bombas”, aseguró Dávila, reflejando el sentimiento de muchos escépticos.
¿Pero qué significa esta disputa más allá de las palabras? La tensión pone en evidencia el profundo vacío que existe entre las narrativas oficiales y las realidades que sufren miles de colombianos. ¿Puede la búsqueda de la paz proclamada desde las altas esferas realmente ocultar o atenuar el escalofriante mapa de violencia cotidiana? Mientras tanto, la sociedad observa y pregunta: ¿podrá la paz en Colombia conquistar algún día el reconocimiento verdadero o seguirá siendo, para muchos, sólo una aspiración suspendida en el tiempo?