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¿En tierra extraña, luchando contra el silencio?
Este 7 de septiembre, en la cuesta de una curva traicionera en la carretera D-687, Manavgat, Antalya, un vuelco separó dos destinos en un instante. Astrid Carolina Piedrahita Uribe, colombiana de 34 años, quedó atrapada entre la vida y la muerte. Su compañero, Hakan Duran Özçelik, de 53, no tuvo la misma suerte. Murió allí mismo, sin tiempo para un adiós.
La pareja viajaba rumbo a Konya cuando el vehículo de alta gama que los conducía perdió el control y volcó en el barrio Beydiğin. Inmediatamente, Hakan falleció, mientras Astrid fue rescatada en estado crítico, con trauma craneoencefálico y hemorragia cerebral. Trasladada al Hospital Estatal de Serik, su atención se limita a cuidados básicos, marcados por la barrera de la condición de extranjera y la ausencia de seguro internacional, un vacío que su familia en Medellín intenta llenar con urgencia.
Cindy Piedrahita, hermana de Astrid Carolina, viajó hasta Turquía para ser voz y apoyo en medio de la incertidumbre. El daño cerebral requiere un tratamiento neurológico especializado que la medicina local afirma no poder proveer. “Sólo recibe antibióticos por la infección pulmonar”, explica Cindy, “pero para lo cerebral no hay intervención”. La petición es clara: un avión ambulancia que garantice un traslado seguro a Colombia, donde confían en que podrá recibir la atención necesaria. Un llamado que apunta no sólo a un acto de humanidad, sino a una respuesta estatal en situaciones donde la distancia y los sistemas de salud resultan una pesada losa.
En un drama que cruza oceanos y fronteras, el rostro invisible del abandono y la fragilidad asoma. ¿Será posible que la solidaridad y la gestión pública logren levantar a Astrid Carolina para devolverle un futuro? Mientras tanto, su historia queda suspendida en un hospital extranjero, entre la esperanza y la espera. ¿Quién responderá al clamor de una familia que lucha contra el tiempo y la indiferencia?