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[JUVENTUDES EN VILO]
Este domingo 19 de octubre de 2025, más de un millón y medio de jóvenes en Colombia tendrán la palabra. Bajo la promesa de una democracia viva, los Consejos Municipales y Locales de Juventud (CMJ) abren las urnas para voces entre 14 y 28 años en todo el país, desde Antioquia hasta las regiones más remotas.
Los CMJ no son simples órganos electos; son un espacio autónomo, un puente imprescindible entre las generaciones emergentes y el Estado. Jóvenes con voluntad de representar a sus pares, vigilar la gestión pública y moldear las políticas que impactan sus vidas, toman asiento gracias al voto popular. No es solo elegir nombres en una papeleta; es incidir, controlar y dialogar con quienes deciden.
La Registraduría Nacional del Estado Civil, garante implacable del proceso, ha dispuesto 759 puntos de votación sólo en Antioquia y miles de mesas en toda la nación, para que la jornada electoral transcurra con orden y amplísima cobertura. Se exige documento de identidad: tarjeta para los menores de edad, cédula o contraseña para los adultos jóvenes. Las herramientas digitales permiten consultar dónde votar, buscando derribar barreras y acercar la democracia.
¿Por qué importar esta cita? Porque la juventud no espera, reclama un asiento en la mesa de las decisiones públicas. Estos votos son más que cifras; son futuras voces que exigirán, fiscalizarán y construirán. Pero la pregunta persiste: ¿serán escuchados de verdad tras las elecciones? ¿Logrará el Estado romper con la indiferencia y reconocer el poder transformador de sus jóvenes?
Así, en la mañana del 19 de octubre, las calles y urnas de Colombia aguardarán esa energía renovada. No solo se elige un consejo: se decide si la juventud será punto de encuentro o persistirá el vacío en su representación. El desafío, entonces, es claro y urgente.
