📸 Imagen cortesía D.R.A
### Gustavo Angarita: el adiós a un titán del arte colombiano
Un vacío que resuena.
Bogotá, viernes 17 de octubre de 2025. El arte colombiano perdió a una de sus figuras más emblemáticas: Gustavo Angarita, actor, escultor, pintor, un creador integral cuyo nombre quedó tatuado en la memoria colectiva. A sus 83 años, su voz y su presencia se apagan, pero su legado se sostiene, formidable, en el teatro, el cine y la televisión nacional.
Nacido en esta misma ciudad el 2 de septiembre de 1942, Gustavo Antonio Angarita Pantoja transitó primero por la senda del Derecho y la Filosofía en la Universidad Nacional, solo para descubrir que su verdadera vocación ardía en las tablas. Formado en la Escuela de Arte Dramático de Bogotá y luego perfeccionado en la Université Internationale de Théâtre de París, fue pieza clave en la fundación de grupos centrales para la evolución del teatro nacional, como el Teatro La Candelaria y el Teatro Popular de Bogotá. Allí no solo actuó; transformó.
Su obra, vasta y diversa, no se limitó a la actuación. Su sensibilidad lo llevó a esculpir y pintar, extendiendo su creatividad más allá de las letras y los diálogos. En la televisión, su voz se volvió inolvidable en producciones que marcaron época: “Rasputín”, “La casa de las dos palmas”, “La Potra Zaina”, “Hombres”, “Traga Maluca”, “Leandro Díaz” y “San Tropel”, entre muchas otras. En cine, sus personajes de «La estrategia del caracol», «Tiempo de morir», «Bolívar soy yo», «El olvido que seremos» y «Sofía y el terco» quedaron grabados en la retina y en el alma de quienes reconocen en él el rostro del arte profundo, comprometido.
¿Pero por qué Angarita conmueve todavía? Porque, en medio de más de cinco décadas de carrera, su talento se conjugó con un compromiso férreo por la dramaturgia como herramienta de cambio y reflexión. Su legado no es solo el de un actor que encarnó personajes: es el de un ciudadano que impregnó cada escena con la vida misma, con preguntas y respuestas de una sociedad que cambia y busca entenderse.
Reconocido con múltiples premios nacionales, Angarita no solo acumuló galardones sino el respeto y la admiración de compañeros, espectadores y nuevas generaciones que siguen su ejemplo. “Su paso por nuestro teatro ha sido fundamental para que la escena colombiana se consolidara con lenguaje propio y voz auténtica”, afirmaba una colega este sábado, mientras Bogotá lo despedía en silencio.
El adiós abre, inevitablemente, una puerta a la reflexión: ¿cómo seguirá el arte colombiano sin una voz tan profunda y comprometida? En un mundo todavía permeado por desafíos sociales y políticos, su ausencia incomoda y provoca un llamado para no dilatar más el trabajo por una cultura que honre a sus creadores.
Gustavo Angarita se despide hoy, pero su eco permanece, como un llamado urgente y tierno a seguir creando y luchando desde las artes. Porque el arte colombianose escribe con nombres tan grandes como el suyo. ¿Podrá el teatro y la memoria nacional sostener ese peso sin vacilar? El tiempo, ahora, tiene la palabra.