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¿Educación en pausa, salud en jaque?
Este jueves 30 de octubre de 2025, más de 350.000 docentes de colegios oficiales en Colombia paralizarán sus clases durante 24 horas. La Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) convoca a este paro nacional para exigir soluciones ante la crisis que atraviesa el sistema de salud del magisterio y reclamar garantías para la financiación de la educación pública.
La protesta se extenderá por las principales ciudades del país —Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga— y también ocupará plazas públicas y vías estratégicas a nivel nacional. La decisión surge tras meses de quejas acumuladas por los docentes, quienes enfrentan demoras prolongadas para conseguir citas médicas, suspensión de servicios básicos, escasez de medicamentos y dificultades para acceder a tratamientos especializados, no solo para ellos sino para sus familias. En palabras de Fecode, el paro busca “garantizar la atención médica oportuna y la estabilidad del modelo de salud del magisterio”.
La crisis se agudizó después de la transición a un nuevo modelo de atención en 2024, impulsado por el gobierno, que ha provocado una sensación generalizada de incertidumbre y desorganización, dejando a miles de docentes sin la cobertura adecuada. El sindicato denuncia que esta reestructuración ha sido más un paso hacia el vacío que hacia la solución.
Entre las exigencias centrales está la convocatoria urgente a una sesión permanente del Consejo Directivo del Fondo de Prestaciones Sociales del Magisterio (Fomag), que incluye a representantes del Ministerio de Educación, el Ministerio de Hacienda y la Fiduprevisora. La idea es coordinar efectivamente acciones para superar esta crisis sanitaria que golpea con especial dureza al gremio docente. Además, Fecode reclama el cumplimiento cabal del Acuerdo 003 de 2024, la defensa firme de la Ley 91 de 1989, que sostiene las prestaciones sociales del magisterio, y la reglamentación pronta del Acto Legislativo 03 de 2024, que reforma la financiación de la educación pública en el país.
Este paro no es solo una pausa en las aulas; es un llamado urgente que desnuda la fragilidad de un sistema que pretende cuidar a quienes forman a las futuras generaciones. ¿Podrá el Estado responder sin dilatar más la solución? ¿Lograrán los profesores recuperar la confianza en un modelo de salud que los ha dejado en la indefensión? La incertidumbre persiste mientras el país mira a sus maestros, hoy en silencio, clamando por atención y justicia.


