📸 Imagen cortesía: Foto de Ron Lach : https://www.pexels.com/es-es/foto/manos-hombres-crimen-esposas-10475172/
¿Justicia tras las llamas?
Un dolor que no se apaga.
Bogotá, 28 de octubre de 2025. Tras más de un mes prófugo, César Augusto Urrego Jaramillo, señalado feminicida de Paula Andrea Quintana, fue detenido por la Policía Nacional. La madrugada del 7 de septiembre, en el barrio La Esmeralda, localidad de Bosa, la vida de Quintana fue arrebatada en un acto brutal que dejó una herida profunda en la comunidad y en su familia.
Urrego Jaramillo, ex pareja de la víctima, irrumpió en la vivienda donde residía Paula Andrea junto a su madre e hijo. Allí, amordazó a los familiares para silenciar sus testimonios y asfixió a Quintana en un acto cargado de violencia y desesperación. No satisfecho con el horror cometido, intentó destruir las evidencias incendiando parte del inmueble, un incendio que alertó a los vecinos y permitió la rápida intervención policial que impidió una tragedia mayor.
Este episodio se inscribe en un patrón de violencia conocido y denunciado, pues el capturado cargaba antecedentes por violencia intrafamiliar, lesiones personales y falsedad en documento privado. La Secretaría Distrital de Seguridad y la Policía Metropolitana de Bogotá destacan la gravedad del caso y la importancia de que la justicia actúe con firmeza ante estos crímenes que erosionan el tejido social.
La captura, realizada en la vereda Las Nutrias, municipio de Bolívar en Santander, fue posible gracias a una labor conjunta entre la Policía, la Fiscalía y la colaboración ciudadana, que mediante una llamada anónima aportó información clave para su localización. Urrego Jaramillo, ahora asegurado en un centro carcelario, enfrenta cargos por feminicidio agravado, tentativa de homicidio agravado, acceso carnal violento, acto sexual violento y hurto agravado.
Mientras la investigación avanza, la memoria de Paula Andrea reclama respuestas, y la sociedad entera se enfrenta al desafío de entender por qué persisten estas tragedias y cómo evitar que se repitan. ¿Será capaz el sistema judicial de esclarecer este caso entre tantas sombras? ¿Podrá este episodio dejar de ser un símbolo del vacío que la violencia de género sigue dejando en Bogotá y Colombia? El dolor permanece, como la lluvia que nunca cesa.


